Daniel Kahneman, psicólogo y Premio Nobel: "La forma más fácil de aumentar la felicidad es controlar el uso que haces del tiempo. ¿Puedes encontrar más tiempo para hacer las cosas que te gustan?"

El experto defendía que reorganizar el uso del tiempo, sin necesidad de grandes cambios, es una de las maneras más eficaces de mejorar el bienestar personal de forma sostenida y realista.

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Héctor Farrés

Redactor especializado en salud y bienestar

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Daniel Kahneman
CC BY-NC-SA 2.0 Remy Steinegger

Hay días que duran una eternidad aunque el reloj marque las mismas horas. Y no por exceso de trabajo ni por falta de sueño. Es más bien ese cansancio raro que no se cura descansando. El que aparece cuando se apilan compromisos sin sentido y se van tachando tareas como si eso bastara para sentirse mejor. Pero no va por ahí. No se trata de llenar el día, sino de qué se mete dentro.

Porque si te paras a pensarlo, el dinero paga muchas cosas, pero no compra los buenos ratos. Y ahí está el quid de todo este asunto. En que la felicidad, más que una meta, es cuestión de organización. No exige un cambio radical, ni mudarse de ciudad ni dejar el trabajo. A veces solo hace falta reorganizar el calendario, como si fuera un cajón lleno de cables, para que quepan mejor las cosas que de verdad importan.

Organiza el día como si fuera un mapa

El psicólogo y premio Nobel de Economía Daniel Kahneman lo dejó plasmado en Pensar rápido, pensar despacio (Ed. DEBOLSILLO) al afirmar que "la forma más fácil de aumentar la felicidad es controlar el uso del tiempo". Y lo completó con una pregunta: "¿Puedes encontrar más tiempo para hacer las cosas que te gustan?".

No lo decía por intuición, sino con datos. Para demostrarlo desarrolló el Day Reconstruction Method (DRM), un sistema que permite analizar cómo se reparte el tiempo y cómo se sienten las personas mientras hacen cada cosa.

grupo amigos comiendo en el campo felices brindado con vino

Estar con amigos y comer, según el estudio de Kahneman, son grandes fuentes de felicidad.

ISTOCK

Aplicado a un grupo de 909 mujeres trabajadoras, este método reveló que las actividades que más bienestar generaban eran socializar con amigos, hacer ejercicio, comer y relajarse. En cambio, las reuniones laborales extensas y los desplazamientos eran las que más desgastaban.

Lo interesante del DRM es que no propone reducir tareas, sino reorganizarlas. Mirar el día con nuevos ojos y elegir mejor. Porque hay decisiones pequeñas que, repetidas a diario, cambian por completo el ánimo con el que se vive.

Cuando el dinero ya no marca la diferencia

Durante años se pensó que la felicidad dependía directamente del dinero. Pero en 2010, Kahneman y el también Nobel Angus Deaton desmontaron esa idea con un estudio revelador.

Descubrieron que, hasta cierto umbral económico —concretamente unos 75.000 dólares anuales—, un aumento de ingresos sí mejora la evaluación general de la vida. Sin embargo, a partir de ahí, el bienestar emocional diario ya no sigue creciendo. Como si el dinero dejara de tener efecto real en el ánimo diario.

Este hallazgo llevó a Kahneman a distinguir dos formas de felicidad que también recogió en Pensar rápido, pensar despacio. Por un lado, estar feliz con la vida: una evaluación global, racional, que tiene que ver con logros, metas o estatus. Por otro, estar feliz en la vida: una experiencia emocional, ligada al presente, a los momentos concretos. Lo emocional está relacionado al uso del tiempo; lo evaluativo, a cuestiones como el estatus o la estabilidad económica.

Las pequeñas cosas que lo mueven todo

Kahneman defendía que gestionar bien el tiempo es la vía más directa hacia la felicidad. Al hilo de esto, un estudio de la Universidad Anglia Ruskin, en Cambridge, mostró que quienes practicaban actividades creativas como pintura, cerámica o fotografía, calificaban su bienestar entre un 10 % y un 16 % más alto que quienes no lo hacían. No era por el resultado de la obra, sino por el proceso: una forma sencilla de desconectar del estrés sin huir del día.

cerámica

Estas actividades permiten desconectar, enfocar la atención y disfrutar del proceso.

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Y no solo lo creativo ayuda. La revista Journal of Personality and Social Psychology publicó una investigación que concluyó que disponer de entre dos y tres horas libres al día mejora el bienestar de forma consistente. Ese margen permite descansar, ver una serie, salir a andar o leer sin sentir culpa.

Ahora bien, pasar de ahí tampoco sirve tal y como demuestra el mismo trabajo: demasiadas horas sin estructura pueden estancar la felicidad. El equilibrio, otra vez, está en cómo se usa ese tiempo, no en acumularlo.

Rediseñar el tiempo sin tirar la vida entera

Lo bueno es que todo esto no implica una reinvención total. Kahneman planteaba en Pensar rápido, pensar despacio una estrategia clara y sencilla: observar cómo empleamos nuestro tiempo y cambiar lo necesario.

Basta con preguntarse qué actividades aportan energía y cuáles la quitan. Luego, priorizar las primeras, acortar o eliminar las otras, y dejar espacio para lo que realmente suma. Reuniones que podrían durar la mitad, compromisos que ya no tienen sentido, tareas que se repiten sin beneficio alguno. Eso debería ir fuera en la medida de lo posible.

No se trata de añadir más horas a la agenda, sino de cambiar la distribución de las que ya hay. A veces, un pequeño ajuste consigue lo que parecía imposible: que el día deje de ser una condena. El bienestar, como sostenía el premio Nobel, no llega con un gran cambio, sino con muchas pequeñas decisiones conscientes, repetidas a lo largo del tiempo. Solo así se forman los hábitos saludables.

La agenda como espejo de tu bienestar

Kahneman apuntaba algo muy concreto: cambiar la relación con el tiempo. No se trataba de hacer más cosas, sino de hacer más de lo que da bienestar. Controlar el reloj no es solo organizarse, es decidir cómo se quiere vivir. Y esa decisión pasa por el día a día.

No hay que esperar a tener más dinero, vacaciones o un cambio vital. A veces, lo que hace falta es revisar la agenda con honestidad, tachar lo que resta y dar espacio a lo que suma. Porque si algo dejó claro Kahneman en su obra más conocida, es que “la forma más fácil de aumentar la felicidad es controlar el uso del tiempo”. Y eso, a diferencia de muchas otras cosas, está al alcance.