Jane Fonda (87 años) sobre su alimentación: “Como por colores. Trato de comer algo verde oscuro, morado oscuro, rojo, naranja, amarillo, blanco, porque todos tienen diferentes vitaminas y minerales”

La gama cromática de frutas y verduras no solo embellece el plato, también sirve como una pista útil para detectar carencias y mejorar la calidad de la dieta sin necesidad de consultar etiquetas o seguir planes nutricionales complejos ¿Sabes qué significa cada color?

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Héctor Farrés

Redactor especializado en salud y bienestar

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Jane Fonda
iStock by Getty Images

Hay platos que entran por los ojos antes que por el paladar, y no es solo una cuestión estética. La variedad de colores en lo que comemos puede decir más de lo que parece. Unos tonos intensos en la fruta o en las verduras delatan compuestos que el cuerpo necesita y que muchas veces pasamos por alto al hacer la compra con prisa.

Esa paleta vibrante en el plato puede ser una pista útil para saber si nuestra alimentación cubre lo que necesita el organismo, sin tener que convertirnos en expertos en nutrición. Varios nutricionistas coinciden en que esta forma de seleccionar los alimentos ayuda a evitar carencias y facilita incluir distintos tipos de nutrientes sin obsesionarse con el etiquetado.

Deanna Minich, investigadora y divulgadora en alimentación funcional, apunta en la BBC que “si falta un color, puede faltar una función”, aludiendo a cómo cada pigmento vegetal cumple un papel distinto en el cuerpo. No es una regla exacta, pero sí una guía práctica para comer mejor sin complicaciones.

El método de Jane Fonda es más simple de lo que parece

La actriz Jane Fonda encontró en el color una fórmula para cuidar lo que come sin convertirlo en una ciencia exacta. En una entrevista con la CNN habló sobre este hábito: “Como por colores. Trato de comer algo verde oscuro, morado oscuro, rojo, naranja, amarillo, blanco, porque todos tienen diferentes vitaminas y minerales”.

Se basa en sumar opciones distintas en cada comida. Y lo hace con criterio: al priorizar alimentos naturales de diferentes pigmentos, incorpora una gama completa de compuestos beneficiosos, desde vitaminas hasta fitoquímicos.

Tortilla de salmón

Una buena manera de conseguir ampliar la variedad es añadir ingredientes a un plato base como una tortilla.

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Este enfoque ha despertado el interés de expertos como Minich, que explica que “ciertos pigmentos vegetales viajan a partes concretas del cuerpo y se instalan allí”, lo que convierte a cada color en un posible refuerzo para zonas específicas, como el ojo, el corazón o el sistema digestivo.

La variedad, en este caso, no es solo visual: también amplía las posibilidades de obtener beneficios funcionales sin recurrir a suplementos. El color, por tanto, funciona como brújula para comer mejor y más completo.

Cada color, una pista de lo que aporta

  • Rojo: tomates, sandía, pimientos. Contienen licopeno y vitamina C. Benefician al sistema cardiovascular y ayudan a prevenir ciertos cánceres.
  • Naranja y amarillo: zanahoria, calabaza, mango. Ricos en carotenos que refuerzan la piel, los ojos y el sistema inmune.
  • Verde: espinacas, brócoli, alcachofas. Proveen clorofila, sulforafano, hierro y ácido fólico. Muy útiles para desintoxicar y fortalecer huesos.
  • Azul y morado: arándanos, uvas negras, berenjena. Altos en antocianinas. Se asocian a una mejor memoria y protección celular.
  • Blanco y beige: cebolla, ajo, champiñones. Contienen compuestos sulfurosos y fibra. Mejora digestiones y ayuda a reducir inflamaciones.

Esta clasificación no es exhaustiva, pero sirve como orientación rápida para diversificar lo que se pone en el plato.

Comprar y cocinar con color sin caer en trampas

Organizar el carro por colores puede ser más sencillo si se priorizan frutas y verduras de temporada. Eso garantiza sabor, mejor precio y un perfil nutricional más alto. Conviene centrarse en alimentos frescos y vivos, evitando los que parecen de colores brillantes pero vienen de aditivos artificiales.

Como advierte la investigadora Rochelle Embling en la BBC, ciertos productos pueden “aumentar el deseo de comer más, como sucede con las pizzas cargadas de toppings de colores”, lo que desvía el objetivo principal: sumar variedad saludable, no confundir lo vistoso con lo nutritivo.

Ceviche de carabineros y aguacate

Cuantos más colores, mayores beneficios habrá.

Un consejo útil es aprovechar platos de cada día como base para añadir colores distintos. Por ejemplo, incluir tomate, zanahoria rallada o rúcula en una tortilla; meter uvas o pimiento rojo en una ensalada; o añadir aguacate a una tostada. Así se incorporan nuevos tonos sin necesidad de recetas complicadas ni cambios radicales en la alimentación. 

Más allá de lo que se ve: cómo actúan los pigmentos

El color es una señal, pero también un reflejo de sustancias que actúan en el cuerpo. Los pigmentos vegetales —como los flavonoides o los carotenos— tienen efectos antiinflamatorios, antioxidantes y protectores celulares. 

En palabras de Minich en la BBC, “los alimentos vegetales contienen miles de compuestos naturales llamados fitonutrientes, que ofrecen distintos beneficios según el color”. Por eso, la interacción entre alimentos enteros puede resultar más efectiva que los suplementos aislados.

También Lourdes Martín Corona, del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Sevilla, subraya la importancia del color más allá del plato; explica que “el pigmento que originan influye en nuestra salud a distintos niveles, desde el sistema cardiovascular hasta la piel”.

 

Algunos estudios, como el que llevó a cabo el investigador en epidemiología Tian-shin Yeh en Harvard TH Chan School of Public Health, han demostrado que quienes consumen más alimentos ricos en flavonoides, como cítricos o pimientos, presentan niveles más bajos de deterioro cognitivo.

La sinergia de estos compuestos parece tener más impacto cuando se consume una combinación de alimentos naturales, y no versiones procesadas o exprimidas, como señala Judit Soto en el libro Salud con razón, donde defiende que “comer frutas y verduras enteras añade también fibra, lo que mejora la saciedad y regula la absorción de azúcares”.

Comer bonito también sirve: color y psicología

Ver un plato atractivo puede aumentar el apetito por lo saludable. Así lo muestran distintos trabajos sobre psicología del color y conducta alimentaria. Un estudio recogido por la BBC revela que una comida con frutas y verduras de distintos tonos no solo estimula el gusto, sino que prolonga el interés por seguir comiendo alimentos beneficiosos. Esta idea cobra fuerza en contextos como el infantil, donde usar el color como estímulo puede facilitar mejores hábitos.

Eso sí, conviene evitar obsesiones. La dietista Victoria Taylor, de la British Heart Foundation, recuerda que “puede ser complicado conseguir todos los colores cada día”, por lo que recomienda centrarse en aumentar la variedad general más que cumplir con cuotas diarias.