Existe una cierta psicología del tratamiento, muy estudiada por los especialistas, tanto médicos como psicólogos, y que no siempre tiene una clara respuesta. Hay mecanismos que hacen que una persona se cure sola autosugestionándose de que le funciona un tratamiento, aunque en realidad no le haya hecho efecto. Es el llamado efecto placebo.
El efecto contrario también existe. Tomamos un tratamiento que estamos convencidos de que no funcionará. Y, efectivamente, no actúa como se espera. En todo este proceso tiene importancia el modo en el que se administra. Así damos más valor a una inyección o a una pastilla que un tratamiento tópico, como en crema.
No debería ser así. Las cremas, aceites, sérums y otros tratamientos tópicos pueden ofrecernos efectos potentes en la piel. Por eso, hemos de estar atentos a las reacciones qué nos provoca, incluso cuando pensamos que son tratamientos inocuos. ¿Es malo, por ejemplo, que notes un pequeño cosquilleo o un leve ardor al aplicarte un nuevo sérum en tu rutina facial?
Qué significa el hormigueo en la piel
“Esta sensación de hormigueo ligero, o pececitos cosméticos, como lo describen algunas personas, es común cuando utilizas productos con activos potentes”, explica la cosmetóloga y facialista Esther Moreno, de EM Studio.
Los tratamientos estéticos tienen componentes activos que van a provocar reacciones en la piel, pues es lo que se busca. Componentes como los ácidos exfoliantes, retinoides, vitamina C en altas concentraciones, etc. En muchos casos ese cosquilleo simplemente es una señal de que el producto está activando la piel.
“Cuando haces ejercicio, notas los músculos reaccionar. Lo mismo sucede con la piel: está recibiendo una señal para regenerarse, exfoliarse o estimular el colágeno”, tranquiliza la experta.
Por tanto, cuando el picor o cosquilleo es leve, puntual y dura poco, no hay que alarmarse. Esa sensación de actividad sobre la piel forma parte del proceso del producto que te estás aplicando.
Cuándo supone una señal de alarma
“Sentir algo no siempre es malo, pero tampoco siempre es bueno”, matiza Esther Moreno. No hay que pensar que cuanto más pique, mejor funciona. Es importante insistir en que la molestia ha de ser temporal. No debe quedarse, ni empeorar ni provocar rojeces continuadas.
“Cuando la sensación es demasiado intensa o aparece en zonas donde no debería, como el contorno de ojos, puede ser una señal de alarma”, añade. La clave para discernir si hay que preocuparse o no está en la duración y la evolución.
Esther Moreno aconseja una regla sencilla: “Si el efecto es inmediato y desaparece en minutos, forma parte del tratamiento. Si persiste, molesta o genera inflamación, para y reajusta”.
Otro aspecto que hemos de observar es cómo reacciona la piel a medio plazo para valorar el producto. Ha de estar más luminosa, compacta y más uniforme. Si no es así, el tratamiento no es adecuado.
Errores frecuentes en la rutina estética
No siempre hemos de atribuir la culpa de una mala reacción al producto en sí. De hecho, todos los productos de estética antes de su comercialización se han tenido que someter a pruebas rigurosas para asegurar su inocuidad más allá del efecto que se pretende.
No se pueden descartar reacciones adversas, como las hay también en los medicamentos. Sin embargo, Esther Moreno apunta otros cuatro posibles errores que solemos cometer en el ‘skincare’:
- Has aplicado demasiada cantidad.
- Tu piel no está todavía preparada para ese tipo de activo. Está pasando mucho con chicas jóvenes que se aplican productos por moda y que aún no necesitan. Las redes están haciendo daño.
- Has combinado productos que no se llevan bien entre sí. Por ejemplo, combinar retinol con otro producto que tenga ácido salicílico. Ambos son potentes exfoliantes y pueden irritar o causar descamación.
- Tu barrera cutánea está debilitada. Esta capa actúa como escudo protector y evita la deshidratación de la piel. Si está debilitada es más sensible a productos que antes toleraba y hay mayor riesgos de rojeces e inflamación, porque también está más expuesta a infecciones por microorganismos.
Consejos para tus cuidados diarios
- Menos, es más: usa siempre la dosis recomendada. Muchos productos necesitan solo de 3 a 5 gotas para ser efectivos.
- Introduce los productos con nuevos activos progresivamente: especialmente retinoides o exfoliantes. La piel necesita adaptarse.
- No combines ácidos con retinoides la misma noche: ya hemos comentado que son activos potentes. Puedes alternarlos y aplicarlos en noches diferentes para lucirse.
- Escucha a tu piel cada día: no todas las noches necesitas lo mismo. Algunas, toca tratar; otras, recuperar.
- Después de un producto activo, calma: utiliza fórmulas hidratantes, nutritivas o con efecto antiinflamatorio para compensar.