Evita los 3 hábitos que te suben la tensión

Recientes estudios han demostrado que la ansiedad o ciertas técnicas culinarias pueden actuar como un factor de riesgo de hipertensión. Controlarlo debería formar parte de tu plan para mantener la tensión a raya.

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Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

Cuando hablamos de factores que reducen el riesgo de hipertensión, pensamos enseguida en seguir una dieta equilibrada baja en sal, hacer ejercicio y perder peso si hay kilos de más.

Y es cierto que estos son los tres grandes pilares que pueden conseguir que tus niveles de presión sanguínea mejoren. Pero hay otras cuestiones que también influyen.

Te descubrimos 3 cosas que suben tu tensión y que quizá no sospeches. La Ciencia ha demostrado que mantenerlas a raya te ayuda a alejar la hipertensión.

1. Pensar demasiado en los problemas

Angustiarse cuando las cosas no salen como uno quiere, ver la botella siempre medio vacía, no relajarse nunca… Es la antesala de la ansiedad y ahora se ha demostrado científicamente que, cuando se sufre de forma crónica, podría favorecer la hipertensión tanto como la obesidad o el sedentarismo.

Tensión y nervios, estrecha relación

Entender este vínculo es sencillo:

  • El sistema nervioso simpático es el que te prepara para reaccionar ante situaciones que percibes como un auténtico peligro.
  • Para lograrlo, actúa a nivel orgánico de diversas maneras: dilata las pupilas, estimula las glándulas sudoríparas… y también aumenta los latidos del corazón y contrae los vasos sanguíneos.

La ansiedad crónica favorece la hipertensión

  • Todo eso es útil en momentos de estrés porque te mantiene en estado de alerta pero según un estudio dirigido por el profesor Gary L. Pierce, de la Universidad de Iowa (EE. UU.), "en personas con ansiedad crónica, el sistema nervioso simpático se estimula en exceso a la mínima situación de estrés”. Y esto no es bueno para tus arterias.

Así lo demuestra la ciencia

Para llegar a esta conclusión, el equipo que dirige Pierce estudió a un grupo de voluntarios con ansiedad crónica y otros sin este problema.

  • La prueba. Les sometieron a diversas situaciones (meter las manos en agua helada, resolver problemas matemáticos lo más rápido posible...) y comprobaron que el grupo con ansiedad tenía niveles muy altos de una hormona que se libera en respuesta al estrés (la norepinefrina) y que hace que los vasos sanguíneos se estrechen.

Un estado de ánimo que pasa factura

  • Ante cualquier contrariedad las personas que están siempre angustiadas liberan mucha norepinefrina. Y esto a largo plazo puede acabar generando una hipertensión resistente.

2. Tomar poca fibra y verduras

La ingesta de fibra procedente de cereales, legumbres, semillas, frutas y, por supuesto, verduras es clave para tener unas cifras óptimas de presión arterial. Así lo ha demostrado un estudio de la Universidad de Sidney (Australia).

  • Por un lado, la fibra ayuda a tener unos correctos niveles de glucosa en sangre (evita que se dispare) y cuando esto ocurre el riñón elimina mejor el sodio, con lo que no se acumula en el torrente sanguíneo (cosa que sí aumenta la tensión).

La fibra ayuda a que el riñón elimine mejor el sodio

  • Por otro, la fibra mejora la función de la pared arterial, evitando que se reduzca su diámetro (lo cual también elevaría la tensión).

El poder de la verdura

Una dieta rica en ella es igual de importante para controlar la tensión que vigilar la sal. Y no solo por su riqueza en fibra, sino también por su alto contenido en potasio (la verdura es la mayor fuente de este mineral). Ten en cuenta que para tus arterias es igual de perjudicial su carencia que el exceso de sodio.

3. Cocinar mucho a la parrilla

Para muchos, el sabor (y el olor) de la carne a la parrilla es inigualable. Sin embargo, una investigación reciente ha demostrado que aumenta el riesgo de hipertensión. Y no solo por el alimento en sí, sino por el método de cocción.

Enemigo de tu corazón

De hecho, que la carne roja, y en especial la carne procesada, favorece la hipertensión ya se había demostrado. Pero lo que no se había estudiado era el posible vínculo entre los métodos de cocción y el aumento de la presión arterial.mY se ha encontrado.

  • Un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard liderado por Gang Liu estudió a más de 100.000 participantes. En concreto, se centró en los que consumían al menos dos raciones de carne roja, pollo o pescado a la semana.
  • La conclusión fue bastante sorprendente porque se vio que los que comían estos alimentos a la parrilla (incluso pescado) tenían un 17% más riesgo de presión arterial alta.

El peligro de la llama

Cuando se cocina con llama abierta, a muy alta temperatura y se cuece mucho el alimento se crean grandes cantidades de aminas aromáticas heterocíclicas, unas sustancias químicas que aparecen cuando se carboniza la proteína, tanto de la carne como del pescado.

  • Además, si la grasa del alimento cae sobre la llama, se crean otros químicos dañinos (hidrocarburos policíclicos aromáticos) que también se "pegan" al producto.

Cocinar con llama abierta y a altas temperaturas daña tus arterias

  • La ingesta frecuente de estos químicos daña las arterias y provoca oxidación celular e inflamación, lo que acaba aumentando la cifras de presión sanguínea.

PRECAUCIONES SI COCINAS A LA PARRILLA

El consejo es que recurras a la parrilla lo menos posible, pero cuando lo hagas:

  • Evita que el alimento toque la llama. Así se cocinará a una temperatura más baja.
  • Dale la vuelta con frecuencia para que no se queme. Las marcas son señal de formación de químicos dañinos.
  • Retira las partes negras o muy tostadas.
  • Elimina la grasa. Es lo que antes gotea sobre la llama, generando químicos. Lo mismo ocurre con la piel del pollo, retírala.
  • Adoba la carne. Mezcla zumo de limón con cebolla y ajo y deja macerar una hora. Este adobo mitiga la toxicidad de los químicos generados.