Pues solo una. Los champiñones son muy ricos en un tipo de azúcar llamado trehalosa, que necesita de una enzima (la trehalasa) para poder ser digeridos y metabolizados correctamente. Por eso, a aquellas personas que tengan un déficit de esta enzima les puede resultar un poco molesto comerlos, sobre todo crudos.
Si no es tu caso, consumir esta variedad de hongos en ensalada es una muy buena idea porque te beneficias de todos sus nutrientes... además de sus pocas calorías.
Y tienen la virtud que apuntas en tu consulta: son ricos en dos sustancias (betaglucanos y quitina) que les otorgan propiedades saciantes, por lo que son buenos aliados en las dietas para control de peso.
Además, como en el resto de las setas, esa riqueza en betaglucanos estimula nuestras defensas porque ayudan al organismo a generar más células del sistema inmunológico (macrófagos y linfocitos) y, por lo tanto, estamos más fuertes.
También contienen selenio, que es antioxidante, y ergosterol, un precursor de la vitamina D. Ambos nutrientes contribuyen a la reparación del ADN evitando que sufra mutaciones y, consecuentemente, que se puedan generar células cancerosas.