Nuestra alimentación, y más concretamente la producción y comercialización de carne, está directamente relacionada con el cambio climático.
Así pues, mejorar la salud del planeta, y en consecuencia la nuestra, pasa por una alimentación más sostenible, más respetuosa con el medio ambiente.
Y toda apunta a que las dietas basadas en alimentos vegetales, ya sean veganas, vegetarianas o flexitarianas serán claves.
Esta ha sido la cuestión central del seminario virtual sobre Sostenibilidad Alimentaria organizado por el Área de Alimentación, Nutrición i Actividad Física de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
Nuestra forma de comer daña el planeta
"La mitad de la superficie habitable el planeta está dedicada a producir nuestra comida o la comida de los animales que nos comeremos", señaló la investigadora de ISGlobal y profesora de la UOC Ujué Fresán.
Esto tiene un gran impacto en el medio ambiente porque un tercio de los gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, proceden del uso de la tierra y de la agricultura.
Aquí es donde la carne entra en juego porque "su producción ocupa un 70% de las tierras dedicadas a la agricultura", alertó el médico y epidemiólogo Carlos Alberto González, autor del libro Emergencia climática, alimentación y vida saludable.
"La población mundial va creciendo y cada vez pedimos más alimentos que requieren muchos recursos", afirmó Ujué Fresán.
Qué hacer para evitarlo
Una alimentación poco sostenible también tiene un impacto negativo en la salud humana. Los gases de efecto invernadero aumentan entre un 10 y un 26% del riesgo de morir, según un estudio del Dr. González publicado en European Journal of Public Health.
A pesar de toda la evidencia que existe, "la ley del cambio climático que se está aprobando en el parlamento español solo se centra en reducir la emisiones de gases producidos por los combustibles fósiles, pero no dice nada el modelo alimentario", señaló el Dr. González.
En España, la industria de la carne es el cuarto sector industrial más importante y somos el tercer productor del cerdo del mundo.
Entonces, ¿cómo mantener nuestro sistema alimentario reduciendo el impacto ambiental y logrando que todo el mundo tenga comida? Hay tres vías a trabajar, afirmó Ujué Fresán:
- Reducir el desperdicio de comida.
- Mejorar la producción agraria con tecnologías más eficientes.
- Promover dietas más sostenibles.
La claves de una dieta basada en vegetales
Las dietas basadas en vegetales pueden ser la alternativa para una alimentación más sostenible, señalaron los expertos. Son las llamadas dietas plant-based o basadas en plantas.
"El objetivo de estas dietas es maximizar el consumo del alimentos vegetales densos en nutrientes", afirmó Diana Díaz Rizzolo, profesora del máster universitario de Nutrición y Salud de la UOC.
Según Rizzolo, los estudios demuestran que reducir la ingesta de productos de origen animal disminuye la inflamación de organismo que está relacionada con el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las patologías degenerativas.
Pero no basta con aumentar la ingesta de vegetales. Lo más importante es que una dieta vegana, vegetariana o flexitariana (se basa en vegetales pero se come carne de vez en cuando) sea sana porque "al fin y al cabo unas patatas fritas también son 100% vegetarianas", advirtió Rizzolo.
Díaz Rizzolo explicó las claves a tener en cuenta si queremos seguir una dieta saludable basada en vegetales:
- Asegúrate el equilibrio en nutrientes. No se trata de evitar la proteína animal sin más y sustituirla por vegetales. "Está demostrado que la tendencia es quitar la carne del plato y sustituirla por cereal, pero así disminuimos la proteína y aumentamos en exceso los hidratos de carbono", señaló.
- Huye de los procesados aunque sean veganos. El consejo es sustituir la carne por proteína de origen vegetal. Es importante que proceda de alimentos naturales porque hay muchos alimentos ultraprocesados con sello vegano, pero no dejan de ser ultraprocesados.
- Conoce las fuentes proteicas vegetales saludables. Son las basadas en la soja, la proteína del trigo, las setas o, lo más barato, las legumbres.
- Compensa el plato. Recuerda que algunas de estas proteínas, como las legumbres, también aportan hidratos de carbono. Así pues, no haría falta añadir cereal a la legumbre.
- Recuerda que la base de la alimentación son las frutas y las verduras. Estos alimentos deben tomarse en más cantidad que la proteína.
Cómo evitar carencias
Ademas de seguir las pautas anteriores, los expertos apuntan que es imprescindible complementar la dieta vegetariana y vegana con vitamina B12.
El déficit de esta vitamina, que abunda en productos de origen animal, puede provocar alteraciones en el organismo.
En las dietas basadas en vegetales también hay que asegurarse un correcto aporte de hierro, calcio, vitamina D, ácidos grasos omega 3 y zinc.
El caso de Europa
La Comisión Europea abrió el pasado marzo una consulta pública para que los ciudadanos expresaran su opinión sobre el presupuesto que la UE dedica a la promoción agroalimentaria.
La respuesta de los ciudadanos que han participado ha sido contundente: el 90% se opone a la promoción de productos animales.
Entre 2016 y 2020, la Unión Europea destinó 252 millones de euros a la promoción, mediante campañas publicitarias, del consumo de carne y productos lácteos de origen animal. Esto supone el 32 % del presupuesto total destinado a la promoción de productos agrícolas
Sin embargo, la promoción de frutas y verduras solo se ha llevado un 19% del presupuesto (146 millones de euros).
En España consumimos 10 veces la cantidad de carne roja recomendada por la Organización Mundial de la Salud. La OMS cataloga la carne roja ("toda la carne muscular de los mamíferos, incluida la carne de vaca, ternera, cerdo, cordero, cordero, caballo y cabra") como probablemente carcinógena y la procesada como carcinógena.
Según los últimos datos de la FAO disponibles, en Europa consumimos de media 81,26 kg de carne al año por persona, un 56 % más que en los años 60.
En el caso de España, tenemos el mayor consumo de carne per cápita de la UE, con más de 100 kg por persona al año, un 360 % más que en los sesenta. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda un consumo de carne al año de aproximadamente 17 kilos por persona.