Quejarse de dolor de barriga es algo bastante habitual entre los niños. Si se repite con frecuencia y no hay otros síntomas alarmantes (vómitos, diarrea...) puede provocar desconfianza entre los padres e incluso llegar a pensar que el pequeño se lo inventa.
Otras veces, sobre todo si el dolor se percibe de forma bastante intensa y afecta a sus actividades diarias (por ejemplo, hay días que deja de ir al colegio), tanto el niño como los padres suelen vivir la situación con angustia porque deambulan de pediatra en pediatra sin dar con una solución.
Y, en cuestiones de salud, no hay nada más desesperante que no saber qué te ocurre o por qué te ocurre.
El DAR es una afección tan desconocida como frecuente
Ante este panorama, la Fundació Salut Empordà (FSE) y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) han impulsado un proyecto en la comarca del Alt Empodà (Girona) para tratar el Dolor Abdominal Recurrente o DAR (así se llama este trastorno).
Se trata de una iniciativa llamada DAREmpordà en la que han participado pediatras, gastroenterólogos, psicólogos, niños afectados y familiares para establecer las pautas a seguir que permitan abordarlo de la mejor manera posible.
Y precisamente de cómo abordarlo hemos hablado con uno de los expertos que ha participado en el proyecto: Rubén Nieto, psicólogo, profesor e investigador de Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
lo que tiene es dolor abdominal recurrente
"Lo primero que hay que hacer es dar información a los padres –asegura Rubén Nieto–. Cuando se les dice que lo que tiene su hijo es Dolor Abdominal Recurrente, un trastorno que afecta entre el 10 y el 20% de los menores en edad escolar y que en un 90-95% de los casos no se debe a ninguna patología en concreto ya se quedan más tranquilos".
En un 90% el DAR es funcional, no se debe a ninguna patología
Para poderlo diagnosticar, las molestias en la zona del abdomen:
- Se tienen que repetir unas 4 veces al mes y durante al menos 2 meses seguidos.
Cómo saber si no es nada grave
Nieto asegura que si las molestias no van acompañadas de otros síntomas como pueden ser los vómitos, la fiebre, la diarrea con sangrado... podemos quedarnos tranquilos porque seguramente no hay ninguna otra patología asociada.
En el caso de que haya señales que hagan sospechar de algo más grave, se aconseja la realización de pruebas (pueden ir desde un análisis de sangre a una endoscopia) para descartar la existencia de una causa orgánica que provoque el dolor abdominal.
Entonces... ¿por qué le duele?
Lo que sí está claro, tal y como asegura Nieto, es que el dolor que percibe el niño es real y, por tanto, necesita un abordaje.
Pero si no podemos tratar una causa orgánica que lo provoque (porque no la hay)... ¿qué podemos hacer?
El dolor es una experiencia sensorial y emocional
Llegado a este punto, Nieto nos recuerda que la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo define como una experiencia sensorial y emocional desagradable que solo se entiende si tenemos en cuenta factores biológicos, psicológicos y sociales. Y esto quiere decir que, por ejemplo, el dolor abdominal puede originarse:
- Por una situación de nervios, por ejemplo ante un examen.
- Si el niño vive alguna situación de conflicto, ya sea con sus compañeros de clase o en casa.
Estas dos causas derivadas de un entorno social concreto y que afectan psicológicamente al niño pueden provocar una reacción biológica en el organismo, que es el dolor abdominal.
Los nervios pueden ser el origen del dolor que el niño lo percibe cómo tal
Y no es difícil de entender porque el aparato digestivo es una zona muy enervada (por ella transitan muchos nervios), por ello todo lo que afecte al cerebro puede acabar notándose en el estómago.
Qué se puede hacer para aliviarlo
El consejo de los expertos es elaborar un diario del dolor para detectar en qué situaciones experimenta las molestias el niño. Si se asocia claramente con una situación de nervios, Nieto asegura que hay dos estrategias que funcionan y que ayudan a reducir las molestias en la mayoría de los casos.
Técnicas de relajación. Aunque se pueden poner en práctica muchas otras, una de las que mejor funciona en niños es la relajación de Jacobson.
- Consiste en contraer voluntariamente durante unos segundos las musculatura de diferentes zonas: tumbado y tranquilo, pídele al niño que sea consciente de una pierna, que sienta como su pierna está contacto con la base y ahora que contraiga la musculatura solo de esa pierna y que "apriete y suelte" varias veces. Así, debe ir haciendo la otra pierna, un brazo, el otro, una mano, la otra, la cara...
Desviar la atención del dolor con diferentes técnicas puede ayudarle
- Distraerse del dolor. Si se le da mucha importancia y se piensa mucho en el dolor, se percibe con mayor intensidad. Por eso es importante que la vida del niño no gire entorno a ello. No debe percibir el dolor como un peligro, sino como algo que va a superar.