Los azúcares libres se encuentran también de forma natural en la miel o los zumos de frutas.
El 90% de los infartos se podrían evitar con un estilo de vida saludable, según recuerda la Fundación Española del Corazón. La dieta es un pilar clave en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, pero no solo las grasas aumentan el riesgo de infarto o ictus. Un macroestudio que ha analizado datos de más de 110.000 personas de Reino Unido con un seguimiento de casi una década revela que una mayor ingesta de azúcares libres –azúcares añadidos o los presentes de forma natural en la miel y el zumo de frutas– se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.
Qué son los azúcares libres
Los azúcares libres son los monosacáridos (como la glucosa y la fructosa) y los disacáridos (como la sacarosa o azúcar de mesa) que se añaden de forma artificial a los alimentos, ya sea al fabricarlos, cocinarlos o añadirlos en el momento de consumirlos. Pero los azúcares libres también son los que están presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los zumos de frutas y los zumos a base de concentrado, señala la OMS.
Este tipo de azúcares pasa muy rápido a la sangre y provocan picos de glucosa. También ocurre en el caso de los zumos de frutas aunque sean naturales porque al licuarlos se elimina la fibra, que es el componente que ralentiza el paso del azúcar a la sangre.
La ingesta excesiva de azúcares favorece el sobrepeso y la obesidad, en especial la grasa visceral que libera sustancias inflamatorias en sangre y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
"Las enfermedades cardiovasculares (ECV), que incluyen afecciones como la cardiopatía isquémica (CI) y el ictus, son una de las principales causas de muerte a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 17,9 millones de personas murieron por ECV en 2019, lo que representa el 32 % de todas las muertes mundiales. Se trata de un importante desafío para la salud pública y se están realizando esfuerzos para prevenirlas y controlarlas a través de cambios en el estilo de vida. Entre estos cambios en el estilo de vida, cada vez hay más pruebas de que la calidad de los hidratos de carbono consumidos puede ser un factor más determinante del resultado de la enfermedad cardiovascular que la cantidad consumida", apunta Milagros Rocha, investigadora senior de FISABIO-Hospital Universitario Dr. Peset, a la agencia de noticias SMC.
Azúcares libres y riesgo de infarto e ictus
Los resultados del estudio revelan que el tipo de hidrato de carbono (los cereales integrales o las legumbres también son una gran fuente de hidratos de carbono complejos) que su consume incide directamente en el riesgo cardiovascular. Así pues, la ingesta global de hidratos de carbono no se relaciona con más enfermedades cardiovasculares, pero al analizar el tipo de hidratos de carbono consumidos, sí hubieron diferencias.
Por cada aumento de un 5% de las calorías diarias basadas en azúcares libres, aumentaba un 7% la enfermedad cardiovascular total, un 6% la cardiopatía isquémica y un 10% el ictus.
"Por otro lado, mediante modelos estadísticos ajustados pudieron establecer que un aumento de 5 g/d en la ingesta de fibra y la sustitución del 5 % de la energía procedente del almidón de cereales refinados por almidón de cereales integrales reducían el 4 % y el 6 % de las enfermedades cardiovasculares totales, respectivamente", apunta Milagros Rocha.
"Se obtuvo un efecto similar al sustituir los azúcares libres (todos los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos, además de los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes y los zumos de fruta no azucarados) por azúcares no libres (en su mayoría presentes de forma natural en frutas, verduras y productos lácteos), registrándose una reducción del 5 % de las enfermedades cardiovasculares totales y del 9 % de los accidentes cerebrovasculares", añade la experta a SMC.