Al prolapso los ginecólogos lo llamamos cistocele y efectivamente hay tres grados: leve, moderado y severo.
Los motivos por los que se da esta debilidad del suelo pélvico son, fundamentalmente, los relacionados con el embarazo y los partos vaginales.
Después de la menopausia, debido a edad y a la pérdida de estrógenos, el colágeno de la zona que “sujeta” la vejiga, y de los ligamentos, disminuye, lo que posibilita ese descenso.
Hay que procurar no hacer esfuerzos ya sea al ir al baño o al saltar, toser... para evitar una posible incontinencia urinaria o que el prolapso vaya a más.
Además, es importante mejorar la musculatura del suelo pélvico con los ejercicios de Kegel. Si no es suficiente para tratar el caso y este se agrava, se podría tratar con láser vaginal.