Hay que procurar que el enfermo de alzhéimer mantenga las rutinas de siempre ya que unos horarios estrictos de comidas y de sueño evita el impacto del cambio que suponen las vacaciones.
Las vacaciones son para desconectar, cambiar de aires, viajar y relajarse. Convivir con alguien con alzhéimer puede condicionar todos esos propósitos porque los cambios de rutinas y la alteración de los hábitos diarios pueden afectar en gran medida a estos enfermos.
Lo que para muchos son unas fechas ansiadas, para los familiares de un enfermo de alzhéimer la llegada de las vacaciones puede ser fuente de preocupaciones e inquietudes.
Sin embargo, con la planificación adecuada, tanto el enfermo como la persona cuidadora y el resto de familiares pueden disfrutar de unos días de tranquilidad.
"El verano y las vacaciones ofrecen opciones que podemos convertir en oportunidades para velar por el bienestar de la persona que sufre alzhéimer, facilitando que la persona cuidadora pueda descansar y tenga su propio tiempo de ocio", explica la Dra. Nina Gramunt, neuropsicóloga de la Fundación Pasqual Maragall.
Vacaciones con un enfermo de alzhéimer
Desde la función Pasqual Maragall ofrecen los siguientes consejos para que tanto los cuidadores como el enfermo de alzhéimer pueda disfrutar de las vacaciones:
- Procurar que mantenga las rutinas de siempre. Mantener unos horarios estrictos de comidas y de sueño evita que el impacto del cambio que suponen las vacaciones sea mayor y facilita la vida al enfermo.
- Limitar los compromisos sociales. Una actividad social intensa también puede desestabilizar al enfermo.
- Ayudarle a que se adapte al nuevo entorno. Un cambio de casa en una persona con alzhéimer puede ser traumático porque se desorienta con facilidad, no sabe donde están las cosas... Detalles como dejar alguna luz encendida de noche para evitar accidentes nocturnos puede ser de ayuda.
- Dar vacaciones a la persona cuidadora. El cuidador necesita descanso y el verano es un buen momento para ello. Puedes movilizar a familiares, amigos o bien optar por un cuidador sustituto para garantizar que la atención de la persona con alzhéimer quede cubierta.
- Poner al día al nuevo cuidador, al personal del hotel... Si la persona con alzhéimer tiene que pasar un tiempo con un familiar con quien no convive habitualmente, hay que asegurar que conozca las costumbres y las rutinas básicas de su día a día y que intente mantenerlas. Si las vacaciones son en un hotel o apartamento, es recomendable avisar al personal de las instalaciones sobre nuestra situación para evitar malentendidos o situaciones indeseadas.
- Mantener la comunicación familiar. Es necesaria una buena comunicación entre la persona cuidadora y el resto de la familia para llegar a acuerdos que le liberen un poco de la atención hacia la persona con alzhéimer al menos algunas horas al día.
- Cuidado con el calor. Estos enfermos pueden ser especialmente vulnerables al calor porque no interpretan adecuadamente las sensaciones de su cuerpo, ya sea de frío o de calor. Hay que prestar especial atención en este sentido y poner las medidas para que no pasen excesivo calor.
- Tener dosis extra de paciencia. Convivir con el alzhéimer no es fácil y la persona puede mostrar mal carácter, sobre todo al inicio, como reacción natural a lo que le está pasando. Y si además nos vamos de vacaciones y el entorno es nuevo para él, puede que no le agrade el plan. Pero se deben evitar las confrontaciones porque, aunque la persona afectada no pueda recordar los detalles de la discusión, sí puede sentir las emociones negativas que haya experimentado durante la misma.
- Consultar a los profesionales en caso de duda. Cada caso es único y el equipo médico habitual puede aconsejar de manera personalizada y determinar si son recomendables o no los planes que tengamos pensados para las vacaciones.
- Disfrutar. Debemos procurar encontrar espacios de desconexión de la rutina y buscar la relajación. Las vacaciones nos brindan la oportunidad de algo tan sencillo como pasear tranquilamente sin la presión del reloj y en compañía de ese familiar con alzhéimer al que no podemos atender demasiado durante el año porque las obligaciones nos lo impiden.
Las fases del alzhéimer
En la primera fase o fase leve del alzhéimer aparecen los olvidos porque se afecta la memoria más reciente, pero es muy importante mantenerse activo ya que así se estimulan las conexiones neuronales y se frena el avance de la enfermedad. Caminar, leer, hacer pasatiempos o mantenerse socialmente activo es muy positivo.
En esta etapa hay que procurar vivir el momento y no obsesionarse con lo que pasará de aquí a unos años porque cada caso es diferente. El consejo es disfrutar el momento y hacer con aquella persona todo lo que sea posible.
En la fase moderada la persona necesita cada vez más ayuda y el cuidador cobra protagonismo. Al principio requería ayuda para organizarse, pero ahora tiene dificultad para tareas instrumentales como usar el móvil, poner la lavadora... Se desorienta cada vez más, por eso es importante marcar rutinas y no alterar los hábitos.
En la fase avanzada llega un momento en que se pierde poco a poco el control de las necesidades básicas. La comunicación verbal es difícil y hay que sustituirla por las caricias para conectar con la persona.
El alzhéimer en cifras
La enfermedad del Alzheimer es la responsable del 75% de las demencias que actualmente afectan a más de 900.000 personas en España.
Una de cada 10 personas de más de 65 años, y un tercio de las mayores de 85 sufre demencia.
Con la esperanza de vida en aumento, y si no se encuentra un tratamiento que cure la enfermedad o frene su avance, en el año 2050 el número de casos podría triplicarse en el mundo, superando el millón y medio de personas en España.