Cuando a una persona cercana a nosotros le diagnostican un cáncer surgen sentimientos de preocupación, tristeza, rabia, angustia, incertidumbre… Si, además, somos la persona que principalmente va a estar a su lado para ayudarle a enfrentarse a la enfermedad, se suma la ansiedad de pensar “qué podré hacer, que tendré que asumir, cómo podré ayudarle…”.
Y es que, aunque es gratificante ayudar a quien nos necesita, ser cuidador puede ser una tarea agotadora física y emocionalmente, ya que en muchas ocasiones se tienen que hacer malabarismos para asumir esta función sin dejar de lado otras responsabilidades importantes como la familia, el trabajo, el hogar…
Ana González Jareño, psicooncóloga Kālida Sant Pau, nos da algunos consejos para saber cómo atender a la persona con cáncer y nos explica cómo debe cuidarse el cuidador para estar bien y poder ayudar de la mejor manera posible.
Las funciones del cuidador
El término cuidador describe el papel que puede asumir la pareja, familiar o amigo cercano de un paciente oncológico, que cubre la función de ayuda o cuidado de esa persona.
Es una función no remunerada, vital para brindar apoyo práctico y emocional al ser querido que nos necesita.
Pero, ¿qué suele hacer el cuidador para ayudar a la persona con cáncer? Dependerá de la situación de cada uno, del tratamiento y de los efectos de este.
- Lo más habitual es que el cuidador acompañe a la persona con cáncer a las visitas médicas, a las diferentes pruebas, a los tratamientos…
Según el tipo de tratamiento que se le realice al paciente oncológico y del estado físico, necesitará unos cuidados u otros. A mayor dependencia del enfermo, más implicación necesitará por parte del cuidador.
- Puede ser que tras la quimioterapia se den ciertos efectos secundarios, con lo que el paciente podría necesitar un mayor apoyo.
- O tras la realización de una cirugía, el paciente puede tener menos movilidad o necesitar ayuda para realizar las tareas cotidianas: el cuidado personal, las tareas del hogar, hacer la compra...
- Y, por supuesto, necesitará apoyo emocional que le ayude a enfrentarse a una enfermedad como el cáncer.
Cómo el cuidador puede ayudar al paciente oncológico
En las visitas médicas, el oncólogo puede usar términos que desconocemos o hablar de pruebas y tratamientos que para nosotros son difíciles de comprender. Sin embargo, el cuidador puede sentirse presionado por no entender todo a la primera.
Puede pedir más información al médico o resolver dudas con el personal del servicio oncológico que trata al paciente. En el caso de buscar información por Internet, es importante que busque en páginas que sean contrastadas con información científica, como páginas web oficiales como la de la SEOM, la American Cancer Society o el sitio de Fundación Kālida.
Es importante que antes de acudir a las visitas médicas, el cuidador averigüe que desea saber la persona enferma, ya que podría preguntar más de lo quiere saber el propio afectado. Hay que consensuar con la persona afectada de cáncer hasta donde quieren conocer, sobre todo en lo que se refiere a eficacia del tratamiento, calidad y/o pronóstico de vida, o cualquier otra consulta difícil…
Durante el tratamiento, el cuidador puede preguntar al familiar qué necesita, ya que cada persona tiene unas necesidades distintas. Por ejemplo, habrá personas que necesitarán ayuda con las tareas logísticas, otras con las comidas, otras con saber que puede contar con el cuidador y que está dispuesto a escucharle… dependerá de cada uno.
A menudo, el cuidador quiere ayudar mucho volcándose en exceso o adelantándose a lo que quiere el afectado sin darse cuenta que no necesita que lo cuiden tanto, dado puede hacer que se sienta más limitado o menos capaz.
Presionarle con comer más o algo más saludable, ser más activo o salir más, o descansar cuando no lo necesita… a veces puede crearle más agobio o ansiedad si no puede o no le apetece hacerlo. Lo ideal es escucharle y adaptarse a sus necesidades en la medida de lo posible.
A nivel emocional
Muchas veces se cae en el tópico de pensar que si el paciente se enfrenta al cáncer con una mentalidad positiva el tratamiento irá mejor, pero no es así, y es normal que la persona afectada tenga días mejores y peores.
Por ello, mantener la actitud de “anímate, tienes que estar bien, vamos a hacer esto…”, cuando al enfermo no le apetece, está cansado o decaído, puede ser perjudicial y que se sienta forzado a sentir algo con lo que en ese momento no se siente identificado.
El cuidador no debe tener miedo a que la persona enferma llore, o que en un momento dado esté triste, o que tenga rabia, está bien escucharlo y dejar que fluyan esos sentimientos, son emociones normales que deben ser expresadas.
Lo ideal es poder preguntarle “qué necesitas, qué quieres hacer, qué puedo hacer por ti, o ¿te apetece qué hablemos de cómo estás o de cómo te sientes?”, es decir, mantener una comunicación asertiva y abierta. Aunque no es necesario preguntarlo constantemente ya que la otra persona puede sentirse agobiada..
El cuidador debe cuidarse
Muchas veces los cuidadores dejan a un lado sus propios sentimientos y parte de su vida para enfocarse en la persona enferma. Pero deben saber que para poder cuidar hay que cuidarse también a uno mismo, porque si uno no está bien, difícilmente podrá ayudar a otros.
Por ello, es importante que el cuidador atienda su propia angustia buscando también apoyo. Es recomendable que puedan expresar estas emociones de alguna manera y que busquen espacios para sí mismos.
- Es importante contar con apoyo social, buscar personas de confianza con quien desahogarse y expresar los sentimientos de tristeza, rabia, preocupación, incertidumbre…
- Hay a quienes les cuesta mucho expresar lo que sienten a otra persona, por lo que también es una buena opción escribirlo, es otra manera de soltar la carga emotiva.
- Es ideal buscar momentos para uno mismo para desconectar o cuidarse. Encontrar tiempo para dar un paseo, ir al gimnasio, ir a tomar un café con algún amigo/a…
- Cuando se sufre ansiedad, usar técnicas de relajación, meditación o hacer yoga, por ejemplo, ayuda mucho a disminuir ese estrés o peso emocional.
- También es importante que el cuidador no se olvide de sí mismo en lo referente a alimentarse bien, descansar y dormir las horas suficientes.
- Por último, cuando hay una sobrecarga muy grande o la enfermedad del ser querido tiene un mal pronóstico, puede ser que el cuidador note que la situación le supera emocionalmente. En ese caso podría ser recomendable buscar ayuda profesional de un psicólogo o psicooncólogo.
El entorno del cuidador
En ocasiones el cuidador tiende a ser muy autoexigente consigo mimo y se va cargando de responsabilidades sin darse cuenta de que tiene una sobrecarga.
Cuantas más responsabilidades tenga el cuidador, más estrés puede darse: dar apoyo a la persona enferma sin descuidar a la pareja, los hijos, el trabajo, el cuidado de la casa, la vida social...
También aumentará el estrés cuanto mayor sean los cambios en la vida del cuidador. Por ejemplo, si tiene que instalarse en el hogar de la persona enferma o si esta se desplaza a su hogar... En esos casos hay un mayor cambio de rutinas, hay un proceso de adaptación, lo que genera más ansiedad.
Por ello, es recomendable tener una red de apoyos en el entorno cercano que le permitan delegar algunos cuidados. La pareja, familia, amigos pueden ayudar al cuidador colaborando en las tareas de ayuda a la persona con cáncer o en los otros roles que la persona que cuida solía ejercer.
Además pueden ayudar ofreciendo momentos de deshago emocional, de desconexión o de ocio que ayuden al cuidador a disminuir su ansiedad y recuperar energías.
Es importante que el cuidador aprenda a delegar en estos familiares y amigos que están dispuestos a ayudar. Y que se permita espacios para sí mismo para mantener su autocuidado y motivación.