Cómo ayudar a los hijos a superar la separación de los padres

La separación de Shakira y Piqué ha devuelto a la actualidad un aspecto muy importante de las rupturas. El divorcio o la separación de los padres puede ser mucho menos traumático para los hijos si sabemos cómo actuar y no los utilizamos de instrumento en contra uno del otro.

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Cómo ayudar a los hijos a superar la separación de los padres
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Una separación pueden encarrilarse bien e incluso convertirse en un proceso no traumático para los niños, si los dos miembros de la pareja se ponen de acuerdo.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

La ruptura de una pareja es un situación difícil, especialmente si hay niños de por medio. Es duro para la pareja y lo puede ser aún más para los menores.

No obstante, estas situaciones se pueden encarrilar e incluso convertirse en un proceso no traumático, si los dos miembros de la pareja anteponen el bienestar de los niños y se ponen de acuerdo en una serie de puntos.

Una de las separaciones más mediáticas de los últimos tiempos nos lo ha recordado: “Por el bienestar de nuestros niños, que son nuestra máxima prioridad, pedimos respeto a la privacidad”, decía el comunicado conjunto de la cantante Shakira y el futbolista Gerard Piqué.

La principal regla: ponerse de acuerdo

Lo mejor que podemos hacer es lo que llamamos una separación consciente: hay que dejar a los hijos fuera de lo que suceda en la pareja -explica la psicóloga Ana Asensio-. Eso implica reunirse antes para acordar cómo van a decírselo y explicarles cómo va a ser su vida a partir de la separación de sus padres”.

El primer objetivo es acordar cómo será su vida y explicárselo bien para bajar el nivel de ansiedad que provoca la separación

El objetivo es bajar los niveles de ansiedad. Los niños están muy preparados para entender que los padres no se quieren como antes. Solo hay que ayudarles.

Al pequeño le tiene que quedar claro qué va a pasar a partir de ahora”, dice la psicóloga. Le tenemos que aclarar si va a seguir viviendo en la misma casa, lo más recomendable, si van a ir al mismo colegio, quién les recogerá... Su rutina. Y que entiendan que nos queremos igual como familia.

Lo que más les altera es no saber cómo van a ser sus tiempos.

Tres normas importantes

Lo primero es la responsabilidad emocional y luego la paternal”, sentencia Asensio. Tenemos que asegurarnos de que van a estar bien. Hay una serie de claves que ayudan a afrontar el proceso.

  • No criticar al otro progenitor ni utilizar a los niños para dañar al otro y ponerle en su contra. “Para el pequeño es como si les hicieras el daño a él tanto a nivel físico como emocional, así lo percibe el cuerpo”, apunta la psicóloga.
  • No discutir delante de ellos. Pueden sentirse culpables por lo que pasa. Por tanto especial atención a no convertirlos a ellos en el centro de la discusión.
  • En determinados eventos o circunstancias seguir actuando como una familia nuclear. Por ejemplo, en cumpleaños o un fin de semana pactado. Algo que permita seguir la vinculación, de que los padres siguen estando juntos como antes.

Cómo se lo decimos si hay un tercero

Si la ruptura se produce porque hay una tercera persona involucrada, tampoco hay que apresurarse a contárselo. “Yo esperaría a decírselo -aconseja la psicóloga-.Se lo comunicaría por pasos. Si ha de entrar otro miembro en la familia, que no lo vinculen directamente a la separación de sus padres”.

Es un error presentarles a la nueva pareja en seguida, porque la vincularán con la ruptura

La sustitución se hace poco a poco. Que no vean a la nueva persona como una sustitución de su otro progenitor.

Si los niños lo descubren antes porque ha sido muy evidente la infidelidad, deberíamos quitarle importancia y no centrar en eso la separación.

Incluso se puede negar que ese sea el motivo. Las parejas tienen una intimidad que sigue siendo suya incluso antes lo hijos. Cuando tengan una edad razonable, se les puede explicar mejor.

Diferencias según la edad de los menores

El planteamiento tampoco va a ser el mismo cuando los niños son muy pequeños que cuando ya son adolescentes. Los consejos son válidos en todo momento. Hay que adaptarlos a cada etapa, que podemos dividir en tres:

  • Los menores de cinco años tienen unos recuerdos muy vagos. Se acostumbran muy rápido a la nueva situación.
  • Los niños de cinco a diez años no tienen capacidad aún de comprender. Se quedan cojos de la parte afectiva.
  • Los niños de más de diez años lo que van a hacer es enjuiciar la situación y a sus progenitores sobre todo.

Pero si el proceso se hace bien y entre los dos, los niños van a tener una reacción en general buena”, añade la psicóloga.

Cuándo consultamos al experto

Una buena práctica es que los padres acudan a un psicólogo para asesorarse si pensamos que va a afectar a nuestros pequeños, para que nos dé pautas más concretas ante nuestro caso. Es un profesional que nos asesore y medie.

Nosotros podemos ir al psicólogo a buscar asesoramiento, pero hemos de llevar al niño solo si vemos aspectos que nos alarman

Llevar a los niños al psicólogo directamente no tiene sentido si no vemos algún aspecto de su reacción que nos preocupe.

No cualquier cosa. “Por bien que se haga, los niños van a sufrir un duelo. Es un proceso más de tu vida, como cuando se muere tu mascota. No vamos a evitar emociones”, puntualiza la psicóloga.

Las reacciones de alarma puede ser: haber cambiado el humor, el carácter, que tengan miedo, dejen de dormir, de estudiar o cambien de peso.

Todo eso puede ser una reacción temporal a lo que está pasando y puede necesitarse una intervención psicológica”, dice Asensio.