Si tu grasa "funciona bien", sufrirás menos enfermedades con la edad

La grasa interactúa con los órganos y es clave para un correcto funcionamiento del metabolismo, pero con los años el tejido adiposo envejece y no es tan eficaz, lo que aumenta el riesgo de enfermedades. El ejercicio puede ayudar a contrarrestar la pérdida de eficacia del tejido adiposo.

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La grasa que funciona bien previene enfermedades
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Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud

La grasa corporal juega un papel importante en nuestra salud. Este tejido está compuesto por unas células llamadas adipocitos que almacenan energía en forma de grasa, protegen los órganos y participan en la producción de hormonas que regulan del apetito.

Pero medida que envejecemos la grasa pierde esa función beneficiosa, aumentando el riesgo de diabetes, obesidad o cáncer. Científicos de la Universidad de Copenhague han descubierto que altos niveles de ejercicio pueden contrarrestar ese deterioro, ayudando así a reducir el riesgo de las enfermedades asociadas al envejecimiento.

El efecto protector del tejido graso

Si nos preguntan "qué tal funciona nuestro corazón, nuestro estómago o nuestro cerebro", seguramente no nos sonará extraño. Pero si nos dicen "qué tal funciona nuestra grasa", seguramente nos sorprenderá. Solemos asociar la grasa a inflamación y mala salud.

Pero lo cierto es que una correcta función del tejido adiposo es clave para una buena salud. A medida que envejecemos, las células grasas experimentan cambios que favorecen la diabetes o el cáncer. Por tanto, tu salud no solo está influenciada por la cantidad de grasa corporal que acumulas, sino por el funcionamiento de ese tejido graso.

"La salud general está estrechamente relacionada con el funcionamiento de nuestro tejido graso. En el pasado, considerábamos la grasa como un depósito de energía. De hecho, la grasa es un órgano que interactúa con otros órganos y puede optimizar la función metabólica. Entre otras cosas, el tejido graso libera sustancias que afectan el metabolismo muscular y cerebral cuando sentimos hambre. Por lo tanto, es importante que el tejido graso funcione como debe", explica el profesor Anders Gudiksen, del Departamento de Biología de la Universidad de Copenhague y primer autor del estudio.

La grasa funciona peor con la edad

A medida que envejecemos, el tejido adiposo funciona peor y nos protege menos. Ocurre también con el resto de tejidos y órganos. Y eso es lo que aumenta el riesgo de enfermedades. Sin embargo, el ejercicio puede mejorar la funcionalidad de la grasa.

Para demostrarlo, el equipo de investigadores liderado por Gudiksen analizaron el papel de la edad y el entrenamiento físico en el mantenimiento de la función del tejido graso.

Específicamente, estudiaron las mitocondrias, una especie de diminutas plantas de energía dentro de las células grasas. Las mitocondrias convierten las calorías de los alimentos en energía para las células. Si no funcionan bien, los adipocitos no tienen combustible para realizar sus funciones.

  • Los investigadores compararon el rendimiento de las mitocondrias en un grupo de hombres jóvenes y mayores que no hacían ejercicio, en otro que hacía ejercicio moderado y en otros altamente entrenados.

Al analizar los resultados, vieron que, como era de esperar, la capacidad de las mitocondrias para respirar, es decir, producir energía, disminuye con la edad, independientemente de cuánto ejercicio haga una persona.

Pero, "aunque la función mitocondrial disminuye con la edad, podemos ver que un alto nivel de ejercicio durante toda la vida ejerce un poderoso efecto compensatorio. En el grupo de hombres mayores bien entrenados, las células grasas pueden respirar más del doble que en los hombres mayores sin entrenamiento", explica Gudiksen.

El poder del ejercicio

Cuando producen energía, las mitocondrias generan radicales libres de oxígeno, una especie de sustancias de desecho (igual que un coche contamina al convertir la gasolina en energía).

Los radicales libres que no se eliminan dañan las células y los estudios indican que aumentan el riesgo de una amplia gama de enfermedades: cáncer, diabetes, alzhéimer, patologías cardiovasculares.

Pues bien, tal y como demuestra la investigación, las personas mayores que hacen ejercicio generan menos radicales libres y los eliminan mejor, de forma que su tejido adiposo no pierde tanto su efecto protector a pesar del paso de los años.

Se comprobó también que las personas que habían practicado ejercicio de forma regular a lo largo de su vida tenían más mitocondrias, lo que les permitía respirar más y, además, liberaban más hormonas relacionadas con la grasa, que son importantes para el equilibrio energético del cuerpo.

"Nuestros resultados muestran que en realidad se puede entrenar el tejido adiposo en un grado muy alto, pero que no es necesario recorrer 200 km a la semana en bicicleta para lograr un efecto positivo. Lo que no debes hacer es no hacer nada", concluye Anders Gudiksen.