En principio no. La mayoría de los pacientes con ácido úrico elevado no desarrollan gota debido a una serie de complicados mecanismos de las proteínas de la sangre. El hecho de que aparezca depende básicamente de dos factores:
- Del nivel de ácido úrico (hay mayor riesgo por encima de 9-10mg/dl)
- Del tiempo que se prolonguen estas cifras elevadas. Si la persona lleva años con el ácido úrico alto el riesgo es mayor.
Hay que tener en cuenta que un ataque agudo de gota suele desencadenarse por un traumatismo, excesos dietéticos o de alcohol o una hospitalización previa. También el sexo y la edad pueden aumentar el riesgo de padecer gota ya que la concentración de ácido úrico en la sangre va variando según la edad. En varones sanos sin alteraciones en el metabolismo de las purinas, el ácido úrico es bajo en la infancia y aumenta progresivamente desde la pubertad hasta la edad adulta. En las mujeres, y debido al efecto protector de los estrógenos, permanece en niveles bajos hasta la menopausia, en que se iguala con el de los varones.
Respecto a sus síntomas, se presenta como una inflamación de una articulación y suele localizarse en el dedo gordo del pie, seguido de la rodilla y el tobillo. También puede afectar al codo, la muñeca o las manos. Produce enrojecimiento, es muy doloroso y se acompaña de fiebre.