Algunos gestos cotidianos que sueles hacer, y que en principio parecen inofensivos, pueden llegar a empeorar tu dolor de espalda. Si los identificas, trata de evitarlos y en cambio, incorpora otros hábitos que te harán sentirte mejor.
Sentarnos mal en el sofá, bajar la cabeza al leer un libro o al revisar el móvil... son hábitos diarios que, generalmente, realizamos por costumbre de manera incorrecta.
Asimismo, toser por la noche, una mala oclusión de la mandíbula, usar mantas demasiado pesadas o adoptar malas posturas que fuercen tu columna mientras duermes son gestos cotidianos que, día tras día, hacen que nuestra espalda acumule tensión y que el dolor se acrecente.
Si poco a poco vas cambiando estos hábitos y te liberas de tensiones antes de ir a dormir, con masajes y trucos para alisar y descansar tu espalda (como el que te hemos propuesto en el número 5), conseguirás tener una columna más sana y un descanso placentero y reparador.
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