El fármaco ideal es aquel que es eficaz contra la enfermedad pero no provoca efectos secundarios.
Esta segunda característica es importantísima porque en ocasiones los efectos adversos pueden resultar nefastos.
Se investiga mucho para conseguirlo y una de las novedades más recientes en este sentido son los fármacos activados con luz.
Con los fármacos controlados por la luz se puede centrar la eficacia del medicamento en los órganos o tejidos que lo necesitan, consiguiendo que sea inocuo para el resto del cuerpo.
Un equipo del IDIBELL y la Universidad de Barcelona (UB) ha diseñado dos tratamientos basados en esta innovadora tecnología: un derivado de la morfina que no genera adicción y un nuevo tratamiento contra la psoriasis.
Por otro lado, investigadores del CSIC han demostrado el gran potencial que puede tener la fotofarmacología en futuras terapias de corazón más precisas y con menos efectos secundarios.
Qué es la fotofarmacología
La fotofarmacología es un área emergente de la ciencia cuyo objetivo es el desarrollo de fármacos fotosensibles (fármacos que se activan con la luz).
- Esta tecnología combina el fármaco con moléculas que hacen de interrupotres y modifican la estructura, y por tanto la actividad biológica, con la luz.
- Esta modulación permite activar los fármacos en el lugar, momento e intensidad deseada, focalizando así su acción y evitando efectos secundarios por su acción no deseada en otros tejidos.
De hecho, la mayoría de los efectos secundarios de los fármacos se deben a que el fármaco acaba afectando también a áreas donde realmente no va dirigido, sobre todo aquellos que se toman vía oral y circulan por el torrente sanguíneo antes de llegar a su objetivo.
Una morfina que no provoca adicción
El equipo liderado por el Dr. Francisco Ciruela acaba de presentar un derivado fotoactivable de la morfina que no genera adicción.
- Recordemos que la morfina y otros derivados de los opiáceos son los tratamientos más potentes para aliviar el dolor.
- Son muy efectivos, pero también generan terribles efectos secundarios: adicción y dependencia.
- Además, los pacientes pueden generar tolerancia y cada vez se necesitan dosis más altas para conseguir un efecto analgésico y calmar el dolor.
El fármaco diseñado por el equipo del IDIBELL y la UB es un derivado fotosensible de la morfina que se puede activar de forma local a través de luz.
Los investigadores han comprobado que esta morfina no solo es efectiva en ratones:
- Al activarse de forma local no se genera dependencia al medicamento y también se evita la tolerancia a su efecto analgésico.
Así pues, podría evitar los problemas de adicción asociados a la morfina convencional.
Solo en Estados Unidos, cada año mueren unas 70.000 personas por sobredosis de opiáceos. Muchas personas no los toman en la pautas adecuadas, lo que provoca que un 10% desarrolle dependencia.
Solución para la psoriasis
La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel que afecta al 2,3% de las población española.
Se produce por una respuesta inmunitaria exagerada que provoca una sobreproliferación de queratinocitos (células de la piel).
Los síntomas son principalmente cutáneos y se caracterizan por la sequedad, el picor, las rojeces, las escamas y placas anormales que afectan en gran medida a la calidad de vida de la persona.
Los tratamientos están dirigidos a aliviar los síntomas, pero no la causa de la enfermedad.
Solo en los casos más graves se recurre a tratamientos que modulan el sistema inmunitario para aliviar los brotes, pero tienen efectos secundarios porque se genera una inmunosupresión generalizada en el paciente.
El nuevo fotofármaco para la psoriasis podría suponer un gran avance para estos pacientes.
- Se trata de una molécula activable con la luz que se une al receptor de adenosina A3, provocando así un potente efecto antiinflamatorio.
"El fotofármaco que presentamos es capaz de prevenir los síntomas de la psoriasis en ratones y, además, su fotoactivación local en la piel afectada evita la aparición de efectos secundarios derivados del potencial antiinflamatorio sistémico del fármaco", explica Marc López-Cano, autor del estudio.
Terapias para el corazón más precisas
Investigadores del CSIC han desarrollado moléculas que permiten controlar mediante la luz la actividad del corazón.
En concreto, lo que controlan estas moléculas es la actividad de los receptores β-adrenérgicos.
Los receptores adrenérgicos están en la superficie de las células, se activan mediante sustancias llamadas catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y su regulación es clave para el correcto funcionamiento del corazón y otros muchos procesos del cuerpo.
Pues bien, uno de estos receptores es el llamado receptor β-adrenérgico, que se encuentra en el corazón, las arterias y los pulmones.
Con la llegada de las catecolaminas, estos receptores se estimulan, elevando la frecuencia cardiaca y la broncodilatación, entre muchos otros efectos. Por eso estos receptores son la principal diana terapéutica de fármacos de primera línea como los antiasmáticos o los betabloqueantes.
Los betabloqueantes se encuentran entre los fármacos más recetados a nivel mundial y sirven para tratar diversas patologías cardiacas, en particular trastornos del ritmo cardíaco y como cardioprotectores tras haber sufrido un infarto de miocardio.
Estos fármacos bloquean el receptor β-adrenérgico, de tal forma que impide la unión de las catecolaminas y evita su estimulación, mejorando la función del corazón. Sin embargo, algunos enfermos con problemas respiratorios pueden desarrollar efectos secundarios.
Los que han hecho los investigadores del CSIC es diseñar y producir moléculas fotorregulables con actividad betabloqueante, lo que permite controlar la actividad del receptor de forma muy precisa y minimizar los efecto adversos.
“Los fotofármacos pueden activarse y desactivarse mediante la luz con un gran control en el lugar de acción y durante el momento y tiempo deseado, abriendo así nuevos caminos hacia terapias altamente específicas y con menores efectos indeseados que surgen por la acción de los fármacos en otros órganos”, explica Xavier Rovira, investigador del Instituto de Química Avanzada de Cataluña (IQAC) del CSIC.