Esa fuerza se mide en milímetros de mercurio (mmHg), igual que la tensión arterial que te tomas en el brazo.
- Cuando estás de pie es de 90 mmHg, pero en el momento que la musculatura de la pierna se contrae para caminar, las venas se “vacían” de sangre y la presión baja a 20 mmHg.
- Si se hace un promedio a lo largo del día, el resultado es de 50 mmHg. Pero... ¿qué ocurre cuando ya hay problemas de retorno venoso? Pues que las venas no se “vacían” bien al andar y, en consecuencia, el promedio de presión diaria que soportan es mayor. Y eso, un día tras otro, empeora las varices.
- Para que esto no ocurra hay que reducir, en la medida que sea posible, la fuerza que ejerce el flujo sanguíneo en la vena.
- ¿Cómo? Con gestos y hábitos tan sencillos como los que te explicamos a continuación.