"Piensas que hasta el olor a comida te engorda"

Hablamos con Maria Cuesta, una barcelonesa de 30 años que sufrió anorexia nerviosa durante 4, cuando era adolescente. Ella nos explica, de primera mano, cómo es el complejo proceso que te lleva a aceptar, y superar, esta enfermedad.

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anorexia testimonio

Chica tímida sentada en un banco

Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

“Un día decidí que no hacía falta que me levantara. Al fin y al cabo, cuando estaba fuera de la cama no hacía más que obedecer mis pensamientos irracionales: ‘sube y baja las escaleras’, ‘haz tres saltos antes de entrar en la habitación’, ‘tócate constantemente los huesos de la clavícula para comprobar que te siguen sobresaliendo como antes”…

Maria sufrió anorexia nerviosa restrictiva de los 12 a los 16 años

Así de sincera se muestra Maria Cuesta en un libro en el que narra su experiencia personal y que publicó cuatro años después de superar la anorexia.

Desde que lo escribió han pasado ya casi 10 años, y hemos querido hablar con ella para que nos cuente cómo ve la enfermedad a día de hoy y qué ha sido de su vida desde entonces. Y parece que ha aprovechado, y mucho, el tiempo: ha acabado sus estudios de educación infantil y de porteo, se ha casado, ha tenido una hija…

¿Cómo empezaste a sufrir anorexia? ¿Recuerdas si hubo un detonante, si fue por un cúmulo de cosas…?

Yo era una persona muy exigente conmigo misma, muy perfeccionista, y siempre intentaba complacer a todo el mundo. Y bueno, es imposible agradarle a todo el mundo, eso lo supe luego.

No tenía un sobrepeso muy grande, pero era muy alta, me desarrollé antes que mis compañeras, se metían conmigo en el cole por eso… En ese contexto, pensaba que si perdía peso agradaría más a la gente, sería más aceptada socialmente.

  • La anorexia, en mi caso, también estaba muy relacionada con el control. Cuando te vas haciendo mayor te das cuenta de que controlas muy pocas cosas. Y adelgazar, en realidad, es una forma de sentir que tienes el control sobre algo. Aunque luego ves que lo puedes controlar pero hasta cierto punto, porque tú tienes una estructura ósea, una altura, una composición corporal…

Yo trataba de ser súper delgada y casi me cuesta la vida. Y esto tiene sus consecuencias de salud: físicas, de retirada de la regla, pérdida de cabello, la piel muy mal, los órganos también… Gracias a Dios a mí no me han quedado secuelas, pero hay gente que las tiene de por vida porque al final la anorexia lleva al cuerpo a un límite muy grave.

He leído que al principio no eras consciente de que algo andaba mal. Debió de ser una fase de la enfermedad muy difícil…

Realmente cuesta darse cuenta de que estás enferma, porque en realidad hacerlo implica asumir que tienes que recuperar peso y que no puedes continuar haciendo lo que quieres, que es adelgazar.

La anorexia es una espiral que nunca se acaba

  • Hay un punto de negación también, pero en realidad sabes que no es así, que no estás haciendo dieta controlada como quien pierde 5 kilos y luego se para y ya se queda ahí.

Te das cuenta de que no te comportas ni piensas como lo hace el resto. Tus creencias son irracionales: piensas que el olor de los alimentos te va a engordar, evitas las reuniones sociales donde vaya a haber comida, empiezas a mentir para protegerte de que la gente siga insistiendo en que comas…

Mientras te tratabas, ¿qué es lo que te ayudó más?

Más que la terapia en sí, que por supuesto fue efectiva, recuerdo los grupos terapéuticos, que nos daban un marco teórico para comprender lo que estaba pasando.

  • En realidad la mayoría de personas que sufren trastornos de la conducta alimentaria (TCA) acostumbran a ser muy exigentes, muy analíticas, yo me incluyo. Necesitamos entender las cosas para creerlas realmente. Comprender y entender de nutrición, de psicología cognitiva, de todo lo que nos pasaba me ayudó bastante, sí.

¿Recuerdas si en algún momento del tratamiento notaste un cambio en tu manera de ver la enfermedad?

Cuando estaba en el hospital, un día de repente, me di cuenta de que si continuaba así me moriría o me pasaría la vida en los hospitales.

  • Recuerdo que estaba en la sala de hospitalización, en la unidad de salud mental, y aquello era como una cárcel. Miraba por la ventana y veía la gente lejos, pero pensaba: “si sigo así yo no voy a tener nunca esa vida de ir por la calle normalmente, casarme, tener hijos…”.

¿Y cómo es tu vida ahora? ¿Se ha cumplido tus objetivos, tus sueños?

Estoy muy contenta con la vida que tengo. He cometido errores como todo el mundo, pero eso, como todo el mundo. No me veo ni mejor ni peor que otras personas. Estoy casada, tengo una hija, mis estudios, mi trabajo, mis cosas. En realidad no necesito nada más de lo que tengo y también creo que he hecho un proceso importante, que es poder perdonar y perdonarme todas las cosas que hice mal anteriormente.

Es importante entender que no es culpa de uno mismo: hay algo en mi cerebro que dejó de funcionar bien

A eso me aferro para continuar. Y realmente no me pesa aunque podría pesarme un montón, porque mi familia sufrió fuertemente las consecuencias de muchos años de enfermedad.

El apoyo familiar es uno de los puntales para recuperarse, ¿verdad?

Sí, de hecho creo que en el tratamiento de la persona que sufre anorexia deben incluirse también a las familias, en el sentido de darles un mínimo acompañamiento porque, si no, es muy difícil llevarlo.

Necesitan herramientas para hacer frente a la situación cada vez que te sientas en la mesa con la persona que está enferma.

Por último, ¿que le dirías a una persona que tal vez está leyendo esta entrevista y empieza a tener síntomas de anorexia o cree que la sufre?

Que busque apoyo en asociaciones de ayuda como la ACAB, que les pueden orientar respecto a qué profesionales son los mejores para acudir. Y si la persona que está leyendo esto tiene claro, en su interior, que le pasa algo pero se niega a reconocerlo, le diría que, directamente, vaya a un centro médico a pedir ayuda, porque solo no se puede salir de la anorexia, es imposible.

También hay que tener muy claro que un TCA es algo clínico, tratable, hay vida fuera de eso.