Hasta donde sabemos, el encojimiento del cerebro y la acumulación de proteína beta amiloide y tau son el desencadenante de los síntomas propios del alzhéimer pero... ¿qué hay detrás de ello?, ¿cuál es la causa de que se produzcan esos cambios en el cerebro que llevan a la muerte de neuronas y a la pérdida progresiva de las capacidades cognitivas?
A día de hoy todavía no se sabe con certeza, pero un nuevo estudio de la University of Reading arroja luz al respecto: la enfermedad de alzhéimer podría producirse porque se daña la barrera que protege el cerebro, permitiendo que las grasas entren y se acumulen en este órgano dañándolo seriamente.
El autor de la investigación Jonathan Rudge asegura a Saber Vivir que es clave proteger y reparar la barrera hematoencefálica para prevenir el daño cerebral, y nos da algunas claves para lograrlo que dependen del estilo de vida.
Modelo de invasión de lípidos
La nueva teoría que explica el origen del alzhéimer ha sido bautizada como "Modelo de invasión de lípidos" y argumenta que las grasas entran en el cerebro porque se daña la barrera hemotoencefálica, un sistema denso de pequeños vasos sanguíneos en el cerebro que permiten que solo pase una pequeña cantidad de sustancias esenciales.
La hipótesis, que se publica en Journal of Alzheimer's Disease Reports, podría abrir nuevas posibilidades de diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Y no solo eso, esta teoría también respalda la idea de que ciertos cambios en el estilo de vida podrían reducir el daño en la barrera hematoencefálica, disminuyendo así el riesgo de alzhéimer.
La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y afecta a 24 millones de personas en el mundo, principalmente en el mundo occidental.
Nueva (o vieja) causa de alzhéimer
No es la primera vez que se apunta al exceso de lípidos acumulados en el cerebro como posible causa del alzhéimer. De hecho, el psiquiatra y neuropatólogo alemán Alois Alzheimer ya hizo alusión a la presencia de grasas en las células cerebrales cuando publicó el primer caso de esta enfermedad en 1906.
A pesar de ello, ha habido poca investigación en este sentido desde entonces. Ahora, este nuevo estudio reúne investigaciones previas y se ha basado en 10 años investigación para demostrar que los factores de riesgo que se asocian tradicionalmente al alzhéimer son los mismos que dañan la barrera hematoencefálica:
- Vejez, lesiones en la cabeza, hipertensión, tabaquismo, obesidad, diabetes, insomnio y estrés.
Y sugiere que esta es la razón por la cual los futbolistas y los boxeadores están particularmente en riesgo, y por qué la enfermedad afecta en gran medida a las personas mayores. En todos estos casos, la barrera hematoencefálica se ha dañado o desgastado, ya sea por la edad o por golpes en la cabeza, permitiendo así la "invasión de lípidos".
La frágil barrera que protege el cerebro
"Una barrera hematoencefálica saludable es increíblemente importante para que nuestros cerebros funcionen de manera efectiva. Si la barrera se daña, como es el caso de las personas que desarrollan la enfermedad de Alzheimer, los lípidos externos como el colesterol y los ácidos grasos tienen la oportunidad de pasar", explica el Dr. Jonathan Rudge, investigador de la Universidad de Reading y autor del estudio,
"Estos lípidos externos se manejan de manera diferente a los que normalmente se encuentran dentro del cerebro. Mi teoría propone que estos lípidos invasores están provocando daño cerebral, como la contracción del cerebro y el desarrollo de placas amiloides y enredos de tau, lo que causa los comportamientos característicos de la enfermedad de Alzheimer, como pérdida de memoria, trastornos del sueño y paranoia", añade.
La teoría amiloide puesta en duda
Básicamente existen dos tipos de alzhéimer: el hereditario que es de aparición más temprana y mucho menos común; y la forma no hereditaria que se asocia al envejecimiento. Esta última forma es cada vez más habitual y coincide con el aumento de la esperanza de vida.
Actualmente, la hipótesis más usada para explicar el desencadenante de la enfermedad es la acumulación de proteína beta-amiloide. Esta proteína forma placas que actúan como un tóxico para la neuronas.
Sin embargo, según la nueva teoría de "invasión de lípidos", en los casos de alzhéimer tardío, el más común, las placas de amiloide serían solo un factor más que dañaría la barrera hematoencefálica, lo que permitiría la entrada de lípidos externos y sería lo que en realidad deterioraría el cerebro.
Y de la misma manera que una barrera hematoencefálica dañada permitiría el paso de sustancias dañinas, una barrera hematoencefálica sana actuaría como un protector cerebral. Los factores que la dañan son, como decíamos anteriormente, bien conocidos y algunos como la hipertensión, el tabaquismo, la obesidad, la diabetes, el insomnio o el estrés pueden combatirse con un estilo de vida saludable.
Mejoras en el diagnóstico y tratamiento
El hallazgo del estudio liderado por Jonathan Rudge abre la puerta a mejorar tanto el diagnóstico como los tratamientos para el alzhéimer. Así lo explica a Saber el investigador:
- Mejorar el diagnóstico del alzhéimer. "La detección de daños en la barrera hematoencefálica, particularmente en las regiones frontal y temporal medial del cerebro, debería ayudar a predecir quién es probable que tenga la enfermedad de Alzheimer y quién tiene la enfermedad, en lugar de alguna otra forma de demencia", aclara.
- Desarrollo de tratamientos. "En primer lugar, si dicho daño en la barrera hematoencefálica puede detectarse antes de que comiencen a desarrollarse los problemas cognitivos, el tratamiento puede centrarse en proteger y reparar dicha barrera. En etapas posteriores, puede ser que el enfoque deba estar en prevenir que los ácidos grasos libres actúen sobre los receptores GABAA y TLR4 en el cerebro, aunque hay que realizar más investigaciones en este sentido. En toda caso, diría que proteger/reparar la barrera hematoencefálica es fundamental".
Cómo proteger la barrera hematoencefálica
Jonathan Rudge nos da las claves para proteger la barrera hematoencefálica y mantenerla sana:
- Evitar lesiones en la cabeza.
- Hacer ejercicio.
- Seguir una dieta saludable.
- No fumar.
- No abusar del alcohol.
- Controlar la hipertensión y la diabetes en caso de que se sufran estas enfermedades.
- Tener una buena calidad del sueño.
- Evitar/controlar el estrés.