Los entornos naturales ayudan a rebajar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, importante tanto para el bienestar emocional como para el bienestar físico.
La evidencia científica de los beneficios que tiene para la salud vivir cerca de zonas verdes es cada vez es mayor. Se asocia a menos riesgo de mortalidad prematura, de problemas de salud mental y hasta un 16% menos riesgo de ictus.
Los espacios verdes son un remanso de paz
Las zonas verdes benefician en gran medida la salud mental. En las grandes urbes, son un remanso de paz para las personas donde es posible pasear con tranquilidad, leer un libro, hacer deporte o simplemente desconectar de la rutina.
"Los entornos naturales ayudan a rebajar los niveles de cortisol, la llamada hormona del estrés, importante tanto para el bienestar emocional como para el bienestar físico, debido a que el aumento de esta hormona eleva la presión arterial y el nivel de azúcar, influyendo en la memoria y la concentración. Pasear por lugares que hagan sentir que estamos en contacto con la naturaleza aumenta nuestro bienestar físico y mental", afirma Alba Fernández, psicóloga de BluaU de Sanitas.
Menos riesgo de ictus isquémico
Un estudio del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y la Agència de Qualitat i Avaluació Sanitàries de Catalunya (AQuAS) sugiere que vivir cerca de zonas verdes reduce en un 16% el riesgo de sufrir un ictus isquémico.
El ictus isquémico es el más habitual de los accidentes cerebrovasculares. Un 85% de los ictus son de tipo isquémico. Se produce cuando un coágulo obstruye un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro, lo que impide que la sangre fluya correctamente y las células del cerebro comienzan a morir.
Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), 1 de cada 6 personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida y la previsión es que los casos aumenten en los próximos 25 años por los malos hábitos y el aumento de la esperanza de vida.
Así pues, todo lo que contribuya a reducir el riesgo es bienvenido. Y vivir cerca de una zona verde puede ser un factor a tener en cuenta. El estudio del IMIM y ISGlobal revela que las personas que viven a menos de 300 metros de una zona verde tienen un 16% menos probabilidades de sufrir un ictus isquémico.
La investigación se ha publicado en la revista Environment International y es el trabajo más importante en este campo hecho hasta ahora en Europa, analizando datos de toda la población de Cataluña entre los años 2016 y 2017.
El impacto negativo de la contaminación
El estudio ha tenido en cuenta la información de la exposición a tres contaminantes atmosféricos provocados por el tráfico de vehículos, de más de tres millones y medio de personas seleccionadas entre los 7,5 millones de residentes en Cataluña, personas de más de 18 años que no habían sufrido un ictus antes del inicio del trabajo.
En concreto, el trabajo ha analizado el impacto de los niveles de las partículas de menos de 2,5 micras (PM 2,5), del dióxido de nitrógeno (NO2) y de las partículas de hollín, en el lugar de residencia de cada una de los participantes. También se ha analizado la cantidad y densidad de zonas verdes existentes en un radio de 300 metros del domicilio.
Los resultados del estudio revelan una relación directa entre el incremento de los niveles de concentración de NO2 en la atmósfera y el riesgo de sufrir un ictus isquémico.
- Así, por cada incremento de 10 microgramos (µg) de NO2 por metro cúbico, este peligro crece un 4%.
- Lo mismo pasa cuando los niveles de PM 2,5 se incrementan 5 µg/m3.
- Y en el caso de las partículas de hollín, el riesgo crece un 5% por cada incremento de un µg/m3 en la atmósfera.
Estos datos son iguales para toda la población, independientemente de la edad o de la adicción al tabaco.
Recordemos que el NO2 es un contaminante tóxico que se relaciona sobre todo con problemas respiratorios como el asma y la EPOC. Las PM 2,5 están consideradas uno de los contaminantes más peligrosos para la salud. Con un diámetro de 2,5 micras o menos, pueden atravesar los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo.
Más zonas verdes, menos ictus
Por contra, el estudio observó que tener abundancia de zonas verdes en el mismo radio del domicilio tiene un impacto directo en la disminución del riesgo de sufrir un ictus. En concreto, de hasta el 16%.
"La gente que vive rodeada de un mayor grado de verdor en su lugar de residencia, tiene protección ante la aparición del ictus", apunta la Dra. Carla Avellaneda, investigadora del Grupo de investigación Neurovascular del IMIM-Hospital del Mar y una de las autoras principales del trabajo.
En general, se considera que la exposición a espacios verdes tiene efectos beneficiosos en la salud a través de diferentes mecanismos, como la reducción del estrés, el incremento de la actividad física y de los contactos sociales e, incluso, la exposición a un microbioma enriquecido.
Estos efectos beneficiosos en la salud se deben a que los espacios verdes, habitados por todo un ecosistema de microbios, generan una triple acción:
- Reducen la contaminación. Filtran contaminantes y secuestran dióxido de carbono.
- Disminuyen el ruido. La exposición al ruido se asocia con bajo peso al nacer, diabetes, insomnio, estrés...
- Bajan la temperatura del aire. Contribuyendo así a la reducción del calentamiento global.
Replantear los límites de los contaminantes
Ante estos datos, los investigadores sugieren que habría que revisar los actuales niveles de contaminación atmosférica que se consideran seguros.
- Los umbrales marcados por la Unión Europea son de 40 µg/m3 en el caso del NO2, que la Organización Mundial de la Salud reduce a 10 µg/m3; y de 25 µg/m3 en el de las PM 2,5, que la OMS limita a 5 µg/m3. No hay niveles para las partículas de hollín.
Un dato que invita a la reflexión: los niveles registrados de estos tres contaminantes durante el periodo analizado en el estudio eran inferiores, de media, a los marcados por las autoridades europeas.
"A pesar de que se cumplen los niveles marcados por la Unión Europea, nos encontramos con la paradoja que todavía hay riesgo para la salud, como el que hemos encontrado en este estudio, donde hay una relación directa entre la exposición a contaminantes en nuestro entorno y el riesgo de sufrir un ictus", explica la Dra. Rosa Maria Vivanco, autora principal del trabajo e investigadora del IMIM-Hospital del Mar y de AQuAS.