A todos nos gusta lucir una bonita sonrisa. No obstante, en algunas personas la fijación por conseguir unos dientes cada vez más blancos puede derivar en una obsesión conocida como blancorexia.
Los dientes no son blancos
A pesar de lo que podamos pensar, el color natural de los dientes no es el blanco. Es más parecido al marfil, con mayor o menor intensidad y unos matices o tendencia hacia un determinada gama (marrón, gris) en función de la persona.
"El color de los dientes depende principalmente de factores genéticos y de nuestro estilo de vida”, explica el Dr. Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas.
- El tabaquismo, el té, el café, abusar de los refrescos de cola o incluso seguir una dieta con exceso de pigmentos (por ejemplo, con mucho tomate o zanahoria) puede teñir los dientes. También la tetraciclina, un antibiótico que se usaba con frecuencia en los niños hace unas décadas, puede oscurecer los dientes.
Además, “a medida que vamos envejeciendo, los dientes van oscureciéndose”, explica el doctor.
La presión de las redes sociales
“Vivimos en una sociedad cada vez más hedonista, en la que el cuerpo, la belleza, el sentirse bien con uno mismo para transmitírselo a los demás es prioritario”, afirma el Dr. Castro.
Esto hace que los tratamientos estéticos hayan aumentado en los últimos años de una forma espectacular, y uno de ellos es el blanqueamiento dental. De hecho, tal y como asegura el Dr. Castro, “es uno de los tratamientos más demandados en las clínicas dentales”.
El gran volumen de información y la presión que recibimos, principalmente de las redes sociales, puede llevar a algunos a desarrollar una verdadera obsesión por la estética. “La gente busca modelos y referencias”, explica el presidente del Consejo General de Dentistas, “y los modelos que buscan, sobre todo las personas jóvenes, son personajes de la televisión con dentaduras muy blancas”.
Sin embargo, a menudo este color blanco “nuclear” es debido a prótesis dentales o carillas y no a unos dientes blancos naturales, puesto que los productos químicos que se utilizan para blanquear no llegan hasta un determinado tono que no se corresponde con .
Riesgos de la blancorexia
“El blanqueamiento es un tratamiento de estética que tiene que aplicar y controlar un dentista”, insiste el Dr. Castro.
Intentar aclarar los dientes sin la supervisión de un profesional puede llevar a utiliza productos abrasivos que destruyan el esmalte.
- Nacemos con una cantidad determinada de esmalte (la capa transparente que recubre el diente). “El esmalte ni se reproduce ni vuelve a salir cuando lo pierdes”, recuerda. Cuando se desgasta, va apareciendo la capa que esta debajo, denominada dentina, que cuando se expone tiende a amarillear.
“Manejar productos blanqueadores sin ni la prescripción ni el control facultativo adecuado puede ser muy peligroso para la salud del paciente”, explica. A parte de destruir el esmalte, pueden ocurrir fisuras en el diente, alteraciones en las encías o hipersensibilidad.
Pastas blanqueadoras y remedios caseros
Los productos blanqueadores de venta al público que se anuncian en la televisión o en internet (si cumple las normativas de la Agencia Española de los medicamentos y productos sanitarios) son productos cosméticos regulados con concentraciones de blanqueador ínfimas. Por mucho que prometan aclarar hasta nueve tonos, el único efecto que tienen es de mantenimiento.
Por otro lado, los remedios caseros sí que pueden suponer un gran riesgo porque se basan en productos muy abrasivos como el limón o el bicarbonato. “El efecto puede ser el mismo que si coges papel de lija y te lijas los dientes para quitarte una mancha”, alerta el Dr. Castro.
- Desde el Consejo General de Dentistas también alertan sobre el riesgo que supone elaborar pasta de dientes caseras con ceniza del volcán de la Palma (algo que se ha puesto de moda en los últimos meses) porque tiene un alto poder abrasivo y puede dañar el esmalte.
Dismorfia dental
La blancorexia es un problema similar al que ocurre en la dismorfia corporal, una enfermedad que se incluye dentro de los trastornos obsesivo-compulsivos y que se caracteriza por una gran preocupación por el aspecto físico que lleva a exagerar los “defectos” o características físicas y a tener una percepción errónea de la realidad.
“Las dismorfias existen en todos los ámbitos de nuestro cuerpo y ya no es un problema de estética, sino que es un problema psicológico”, explica el Dr. Castro.
“Cuando el paciente pide o exige tratamientos que se salen de la normalidad, muchas veces nuestra orientación no va solo en el ámbito dental sino en el ámbito psicológico y a veces hay que decirles que sus expectativas no van de acuerdo con lo que se puede obtener”, explica el Dr. Castro. En algunos casos será necesario aconsejar al paciente que busque ayuda psicológica.