Con las fotos de las redes sociales, los jóvenes buscan la aprobación y deseabilidad social.
Actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción. Así define la palabra "postureo", el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Un término relativamente poco usado hasta no hace mucho, cuando la explosión de redes sociales como Instagram, en las que la imagen es la principal protagonista, ha hecho que ver a personas por la calle haciéndose selfies o fotos de comida sana sea habitual.
- Pero ¿hasta qué punto esta obsesión por la imagen y por dar una visión positiva y feliz de la vida y de uno mismo puede acabar perjudicando nuestra salud mental, especialmente la de los jóvenes, que suelen estar mucho más expuestos?
Es lo que intenta responder la psicóloga Isa Duque en "Acercarse a la generación Z" (Zenith), un manual para comprender mucho mejor la forma de ser y de vivir de los jóvenes de hoy en día.
Cómo se presentan los jóvenes en las redes
"Ni el postureo ni el narcisismo lo han creado las redes sociales", aclara la psicóloga. Pero también es cierto que pueden ser herramientas en las que las dos cosas se visibilicen mucho más. Y, a veces, lo que puede parecer narcisismo esconde justo lo contrario.
- "Cuando una persona se tira mucho tiempo repitiendo la misma foto y tuneándola una vez hecha hasta que se ve bien, más que de quererte excesivamente nos puede hablar de lo contrario: quererte excesivamente poco y/o sentir una gran presión estética", expone la experta en el libro.
Seleccionar con sumo cuidado qué cuelgan y que no en las redes es una característica común de los usuarios más jóvenes, según varios estudios.
- "Los jóvenes adquieren más control acerca de cómo presentarse a las demás personas, seleccionando cuidadosamente qué aspectos quieren o no mostrar", remarca.
"El bar de moda ahora se llama Instagram, y una foto de tu Insta puede decirlo todo de ti"
Isa Duque nos pone como ejemplo el testimonio de una chica de 15 años, que explica lo siguiente: "Una imagen o tiktok que comparto en mi feed es mucho para mí. Representa quien soy, qué me define, cómo soy... puedo tirarme mucho tiempo haciendo y retocando una foto, poniendo filtros o grabando el mismo tiktok hasta que sale bien... Creo que, en general, todas lo hacemos".
Y el fin de todo esto, para la psicóloga, es la aprobación y deseabilidad social, importante durante toda la vida, pero especialmente en la adolescencia y juventud.
Imágenes irreales que acaban dejando huella
En esta tan ansiada aprobación social influyen factores como la dictadura de la imagen que, aunque ha existido siempre, puede amplificarse por la influencia de las redes sociales, o la tendencia al positivismo que refleja una vida que acaba no siendo real.
- "Que sepan que lo que ven en las redes es falso o que los algoritmos de ciertas aplicaciones hacen que solo aparezcan personas con determinados cuerpos es importante, pero quizá también que les contemos lo positivo de darse un descanso de ciertas redes sociales temporalmente si vemos que nos está afectando, silenciar las publicaciones de X instagramer por un tiempo o desactivar el recuento de likes", defiende la psicóloga.
- También aconseja "comenzar a seguir cuentas más reales que inconscientemente nos devuelvan que tú (con tu pelo, orejas, barriga, piernas...) existes. Y que eres válido o válida así como eres".
Los peligros de ser excesivamente perfeccionista
Este esfuerzo por mostrar la mejor imagen de nosotros mismos puede esconder, también, una conducta excesivamente perfeccionista.
- "Los estudios muestran cómo, desde 1989, los niveles de perfeccionismo no paran de aumentar en la juventud, encontrando siempre mayores tasas en las mujeres que han sido educadas en nuestra cultura sexista con un extra de responsabilidad y autocrítica", expone la experta.
Este perfeccionismo extremo lleva a construir un ideal del yo muy alto. "Y cuanta más distancia hay entre el 'yo real' y el 'yo ideal', peor es nuestra salud mental: el perfeccionismo se relaciona con la depresión, la ansiedad, la anorexia y los pensamientos suicidas", advierte.
Practicar la autoamabilidad para combatirlo
Para que esta autoexigencia no acabe perjudicando la salud mental de adolescentes y jóvenes, es importantes proporcionarles herramientas que les sirvan para darse cuenta de que tal vez se están exigiendo demasiado.
- Una de ellas es entrenar la autoamabilidad. O, lo que es lo mismo, "hablarnos y tratarnos como lo haría nuestro mejor amigo o amiga", subraya Duque.
"Nadie nace odiando a su cuerpo, pero todos aprendemos a odiarlo"
Para ayudar a los jóvenes a conseguirlo, la autora sugiere que los adultos hagamos lo siguiente:
- "En vez de animarlo a luchar contra un pensamiento o hacer como si no existiera, lo mejor sería acompañarlo a analizar sus sentimientos sin apegarse a ellos y que pueda comprender que, seguramente, eso que siente le pase también a muchas otras personas de su entorno y que debemos tratarnos con cariño en vez de castigarnos por sentir lo que sentimos".
- "De alguna forma, la idea sería acompañarlos a que entiendan que nos han enseñado a ser nuestro propio enemigo muchas veces (no estoy lo suficientemente delgado, no soy lo suficientemente guapo...), pero que podemos desaprenderlo y aprender a tener a nuestro mejor amigo dentro de nosotros y nosotras".
Internet y redes sociales