¿Qué hay detrás de tu dolor de espalda?

En la mayoría de los casos una mala higiene postural y unos hábitos de vida inadecuados suelen ser la razón de las molestias. Es importante reconocer cuál es el origen en cada caso para combatirlo de forma eficaz.

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Sira Robles
Sira Robles

Periodista especializada en salud

No sabes exactamente por qué, pero hay días que te levantas con dolor de espalda. De hecho, el 80% de la población sufre esta dolencia en algún momento de su vida.

Muchos esperan a que el dolor desaparezca tal como vino, o lo enmascaran con fármacos sin descubrir el verdadero problema ni atajarlo de raíz. Esto provoca que cada vez se manifieste con más intensidad y de manera más frecuente.

Detecta la causa del dolor

Es importante averiguar qué está causando ese dolor, pues en la gran mayoría de los casos unos hábitos de vida incorrectos y una mala higiene postural suelen estar detrás de las molestias. Por ello, debemos identificar esos errores y rectificarlos para recuperar el bienestar y alejar el dolor de espalda para siempre.

Según la Doctora Montserrat Romera, Portavoz de la Sociedad Española de Reumatología, es muy importante también realizar actividad física pues, cuanto más en forma estemos, menos riesgo de dolor tendremos. Eso sí, el ejercicio debe ser regular, progresivo y evitando grandes esfuerzos.

Si has acudido al médico precisamente porque tu espalda te da problemas y él no te ha hecho ninguna prueba, que no te sorprenda la situación: la mayoría de veces ni siquiera una resonancia sirve para determinar la causa del dolor. De hecho, los especialistas saben que la mayoría de las molestias aparecen por:

  • Una sobrecarga muscular. Surge por un desequilibrio postural, es decir, por la tendencia a echar la cabeza y el tronco hacia delante al caminar. Eso hace que la espalda se curve y la musculatura posterior se contraiga para mantener el equilibrio, por lo que aparece el dolor.

Caminar con los hombros hacia atrás y la cabeza alta equilibra la columna

  • La pérdida de flexibilidad de los tejidos. Cuando disminuye la movilidad de una articulación y de los músculos que la atraviesan (ya sea por la edad o por la falta de ejercicio), los tejidos que sostienen toda esa zona pierden su capacidad de movimiento y se vuelven mucho más rígidos. Pasar horas en la misma postura o los movimientos repetitivos también acaban provocando dolor.
  • Un traumatismo mal resuelto. Las consecuencias de una caída, por ejemplo, –sobre todo si no se hizo una correcta rehabilitación– pueden perdurar varios años, ya que a veces provoca cambios en los patrones normales de movimiento. En este caso, tu espalda requiere cuidados extra para que deje de doler.
  • Una enfermedad sistémica. Son las enfermedades óseas como la osteoporosis, las infecciones o los tumores. También podría tratarse de enfermedades relacionadas con la artrosis como la cifosis, o puede estar causado por la compresión o asfixia de una raíz nerviosa, cosa que suele desencadenar una hernia discal.

Es básico llegar a saber cuál es la causa exacta de tu dolor de espalda. No hay que conformarse con "siempre me ha pasado", "es la edad", "no hay nada que me vaya bien". El dolor tienen solución si se combate desde la raíz. Analiza tu postura, tu estado general de salud y pide consejo médico.

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¿Y SI EL DOLOR ES POR LAS EMOCIONES?

Quizá hayas hecho un giro inadecuado o has cogido mucho peso. Si es así, en bastantes casos la molestia desaparecerá en unos días por sí sola. Pero... ¿y si persiste? Entre las diversas causas que provocan un dolor de espalda puedes plantearte la opción que el tuyo se deba a algo emocional. Fíjate hasta que punto este aspecto puede llegar a influir:

  1. Tu postura cambia si tienes estrés. Hay alteraciones en la curvatura de la espalda que tienen una correlación directa con las emociones, por ejemplo cuando estás estresada o nerviosa. A menudo las prisas y las tensiones diarias desencadenan una contractura muscular.
  2. La actitud influye. Según la universidad de Southampton (Inglaterra), la mayoría de los dolores de espalda que se manifiestan gradualmente se relacionan con trastornos psicológicos. Y es que una persona deprimida o que está pasando algún bache emocional suele mostrarse más sensible al dolor.
  3. Y si estás baja de ánimo, tu postura tampoco será idónea puesto que ante momentos de tristeza, hay tendencia a bajar la cabeza, cuello y hombros, con lo que tu espalda recibe más presión.