En esta ocasión quería tocar un tema que es muy recurrente entre las mujeres “multitasking”, no sé si a ti también te ocurre…y es que a menudo sentimos que nuestras reservas de paciencia se van agotando, y no sabemos como hacer para llenar de nuevo el depósito.
Chelo es lo que se dice una chica “muy maja”, buena en su profesión y que además, se siente reconocida. Pero verás que cuenta ella misma, que hay momentos en los que no se reconoce…
Vamos a ver qué le pasa y que consejos podemos compartir con ella, que quizás también sean de ayuda para ti.
"y de repente... exploté"
Me encanta mi trabajo. Llevo cinco años en una agencia de publicidad en la que me siento realizada y puedo dar rienda suelta a mi creatividad. Me siento orgullosa de haber conseguido por fin estar en un lugar en el que desarrollo plenamente mi vocación.
Por desgracia, la crisis hizo que la empresa redujera la plantilla y ahora tenemos que hacer frente a mucho trabajo con muchas menos manos. Hay días que parecen no tener horas suficientes para terminar todo lo que tenemos pendiente. Y justo ayer me ocurrió algo que nunca creí que pudiera pasarme: exploté.
Tengo que presentar tres campañas a finales de semana.
- El lunes hice un plan para organizarme, pero a media mañana mi jefa, nos convocó a una reunión imprevista que duró hasta el mediodía. Tres horas menos para terminar mis tareas.
- Me salté la comida y me senté en mi mesa con la intención de concentrarme, pero el teléfono no paraba de sonar. Decidí encerrarme en la sala de reuniones y, cuando parecía que ya había conseguido un poco de tranquilidad, apareció Montse, la secre, con dos tazas de café y una sonrisa.
- Le respondí con un rápido gracias, esperando que entendiera que quería estar sola, pero entró en la salita y se sentó a mi lado. Montse tiene unos sesenta años y le queda poco para jubilarse. Es muy risueña y amiga de todos y me supo mal hacerle un feo diciéndole que se marchara.
- Mi paciencia explotó cuando, me soltó: “¿Y ya habéis decidido cuándo vais a tener niños Jorge y tú?”
"Te haces un plan y al final del día no has cumplido ni la mitad"
Sentí cómo la sangre me subía hasta las mejillas y la miré furiosa. “Sal de aquí ahora mismo”, le dije casi a gritos. Abrió los ojos como platos y se fue sin decir nada.
Ahora me siento fatal. Nunca me había comportado así con una compañera de trabajo, aunque motivos no me hayan faltado.
por qué perdemos LOS NERVIOS en el trabajo
¿Qué le pasa a Chelo? ¿Qué nos pasa a todas en situaciones parecidas a la suya?
Lo primero, es que tenemos que tomar consciencia de que nuestro sistema nervioso tiene un límite para aguantar el desgaste, no es de acero. Un sobreesfuerzo prolongado, que implique algunas, varias o todas estas situaciones en la oficina:
- Exposición excesiva de la vista frente a las pantallas luminiscentes (ordenador, móvil, tablet).
- Esfuerzo mental sostenido por mantener el foco y la concentración.
- Falta de hidratación.
- Mala alimentación (saltarse las horas de las comidas, o comer cualquier cosa).
- Presión emocional por los “deadlines” (fechas límite para terminar trabajos).
- Cansancio acumulado.
- Bloqueos energéticos por falta de movimiento corporal.
Estos aspectos, sobre todo cuando ocurren toodos juntos, puede llevarnos a un desgaste que nos lleva a ser muy reactivos, es decir, no somos capaces de controlar nuestras reacciones.
No se si lo habéis observado, pero hay personas que cuando tiene hambre o están cansadas, reaccionan ante las pequeñas contrariedades cotidianas de forma exagerada, vamos…con muy mal humor. Se dice habitualmente de los niños pequeños: cuando tienen sueño suelen estar inquietos los minutos antes de caer rendidos.
fórmulas para mantener la calma
El cansancio, la tensión, el desgaste nos van colocando en un estadio biológico en el que al cuerpo no le queda margen para alojar y desarrollar la paciencia, bastante tiene con manejar las exigencias que le estamos pidiendo.
Pero todo tiene solución, y vamos a ver algunos trucos que Chelo puede empezar a incorporar y que a ti también te pueden ser de utilidad. Haz 5 respiraciones profundas cada 2 horas como recurso con varios propósitos:
- Retomar el contacto con tu cuerpo.
- Oxigenarte, tu cerebro lo agradecerá.
- Tomar una pausa, hay que hacerlas, y la pausa de la respiración te marcará un ritmo para conseguirlo.
- Puedes ponerte la alarma en el móvil cada 2 horas hasta que cojas el hábito.
- Hidrátate con bebidas que te alcalinicen, para aportar minerales que nutran tu sistema nervioso. Te sentirás menos cansada, y tendrás más claridad mental.
- Lo conseguirás con buenos tés o infusiones ( ¡sin azúcar!), caldos vegetales, zumos de verduras, agua con limón.
La alimentación que te ayuda
En la oficina, a media mañana o a media tarde toma tentempiés saludables que te aporten triptófano, es un aminoácido precursor de la serotonina, un neurotransmisor que te ayudará a lograr bienestar interno.
- Barritas con semillas de sésamo (controla el azúcar de estos productos porque te harán el efecto contrario al que buscamos).
- Frutos secos.
- Semillas.
- Frutas frescas (no excesivamente ricas en fructosa, como los higos).
- Verduras crudas frescas.
La mayoría de estos alimentos son ricos en magnesio, un mineral que también colabora a la sensación de tranquilidad.
A las horas de la comida en la oficina, ¡come! Puedes hacerlo en pocos minutos, no necesitas perder mucho tiempo, pero si debes poner la intención en recuperar vitalidad a través de tus alimentos.
- Para ello, llévate un tupper o encarga algo digestivo y saludable que te ayude a reponer el desgaste que llevas encima. Esa comida es una inversión en salud y en rendimiento para tu profesión, ¡no te olvides de eso!
HAZLO EN LA OFICINA
Puedes aprovechar la pausa de la respiración para hacer algunos estiramientos muy sencillos, pero eficaces para permitir que la energía circule con fluidez por tu organismo.
- Levántate, sacude las piernas, siéntate en cuchillas y levántate varias veces para activar la circulación de las piernas y que se estire la espalda.
- Haz estos u otros ejercicios que te gusten, pero haz algo.
- Acuérdate de que vives alojada en un cuerpo que necesita que le prestes atención. Es tu vehículo para toda la vida.