A Megan Fox nunca le gustado su cuerpo porque sufre dismorfia corporal: ¿qué es esta enfermedad?

La dismorfia corporal se caracteriza por una excesiva preocupación por el físico hasta el punto de que nunca te ves bien. Famosos como Megan Fox lo han sufrido y cada vez se da más en gente normal debido en parte al auge de filtros en aplicaciones y redes sociales.

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MEGAN FOX
Gtres

La actriz ha confesado que sufres dismorfia corporal.

Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud

Megan Fox, de 37 años, es uno de esos ejemplos de actrices de Hollywood que, al contemplarla, uno piensa que, sin duda alguna, la belleza le ha abierto muchas puertas. Pero una cosa es como te ven los demás y otra bien distinta como te ves tú. En una entrevista en video concedida a Sport Illustrated –protagonizará la portada de la edición de baño 2023 de la prestiogiosa revista americana–, la protagonista de la franquicia Transformers ha confesado lo siguiente: "Tengo dismorfia corporal. Nunca me veo como me ven los demás. Nunca hubo un momento en mi vida en el que amé mi cuerpo". No es la primera vez que la actriz hace alusión al transtorno contra el que ha luchado durante mucho tiempo y que comparte con otras famosas como Victoria Bekham.

 

Este trastorno no afecta únicamente a mujeres famosas. El auge de los filtros en muchas aplicaciones que te cambian completamente la cara convirtiéndote en una supuesta mejor versión de ti es un factor que está influyendo en el aumento de este trastorno, aunque no serían la única causa.

Analizamos, de la mano del Doctor en psicología y profesor de la Universidad Europea Andrés Arriaga, en qué consiste este trastorno y cómo se puede tratar.

¿Qué es la dismorfia corporal que sufre megan fox?

El trastorno dismórfico corporal (o dismorfia corporal) es una enfermedad que se incluye dentro de los trastornos obsesivo-compulsivos y se caracteriza por una gran preocupación por el aspecto físico.

La persona tiene ideas obsesivas que aumentan su ansiedad y, para paliarla lleva a cabo una serie de rituales o compulsiones”, explica Arriaga.

Estos rituales pueden consistir en mirarse al espejo continuamente, lavarse la cara, machacarse la cara quitándose espinillas, etc. En los casos más graves, puede llevar a la persona a acudir a consultas de cirugía estética para modificarse aquello que les preocupa.

Algunas personas con dismorfia pueden exagerar defectos o características físicas (por ejemplo, verse las orejas o la nariz muy grandes), y otras pueden tener una percepción falsa de la realidad (como verse la cara llena de cicatrices sin que sea así).

La cara y la cabeza suelen ser las partes del cuerpo en las que se focalizan las personas con dismorfia.

Cómo identificar la dismorfia corporal

Los primeros síntomas de la dismorfia suelen aparecer en la adolescencia. Entre los 16 y los 19 años se inician el 90% de los casos.

No se suele diagnosticar hasta bastantes años más tarde en la inmensa mayoría de casos, puesto que suele ir acompañado de una sensación de vergüenza o pudor de revelar este tipo de percepciones sobre sí mismos”, explica Arriaga.

La incidencia es igual en hombres y mujeres, aunque existen algunas particularidades (en los hombres, por ejemplo, es más habitual que esté relacionada con la alopecia que en las mujeres).

Los principales síntomas del trastorno dismórfico corporal son:

  • Manifestar una gran preocupación por el aspecto físico, a menudo con adjetivos muy peyorativos como "monstruoso", "espantoso", "deforme".
  • Realizar conductas repetitivas o rituales para verificar sus preocupaciones.
  • Hay un deterioro significativo en distintas áreas de su vida, como un peor rendimiento académico o laboral.
  • Aislamiento social. "Hay un auto-retraimiento en el contacto con otras personas”, explica Arriaga.

Si no se dan estos elementos, no estaríamos hablando de un trastorno dismórfico corporal”, explica.

Videollamadas y redes sociales

Las causas del trastorno dismórfico corporal pueden ser muy diversas. “En muchos casos hay un pasado consciente o no consciente de abuso o negligencia”, explica el psicólogo.

Las redes sociales y las videollamadas, que nos obligan a estar más pendientes de lo habitual de nuestra apariencia física, pueden ser factores de riesgo que desencadenen la aparición de este tipo de enfermedades.

Las redes sociales son peligrosas”, indica Arriaga, “sobre todo en personas vulnerables y la mayor vulnerabilidad está en los individuos jóvenes que están en proceso de construcción de su propia personalidad”.

A diferencia de lo que pasa con las redes sociales, lo que ahora vemos en las videollamadas es una imagen de nosotros mismos en movimiento, expresando emociones y al lado de la de otras personas, algo a lo que estamos muy poco acostumbrados.

A raíz de la pandemia de coronavirus, médicos de Estados Unidos alertaron en la revista de medicina estética Facial Plastic Surgery & Aesthetic Medicine de que hubo un aumento de personas que demandaban cirugía plástica e indicaban que su principal motivación es su apariencia en Zoom (una de las plataformas de videollamadas más populares) y llegaron a bautizar este fenómeno con el nombre de “dismorfia de Zoom”.

Esta hiper-conciencia del uno mismo, de la autoimagen, puede distorsionar puntualmente la percepción que tengamos de nosotros mismos”, indica Arriaga.

Cómo se trata la dismorfia corporal

Habitualmente, el tratamiento es una combinación de dos estrategias:

  • Tratamiento farmacológico con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (antidepresivos). “Palian o minimizan el malestar, la tristeza, el llanto espontáneo o el no querer salir de la cama”, indica el psicólogo. Sin embargo, el tratamiento farmacológico solo no es eficaz a largo plazo porque en el momento en que se retira, vuelven a aparecer los síntomas.
  • Terapia cognitivo-conductual. Consiste en exponer a la persona paulatinamente a los síntomas del trastorno (a sus supuestos defectos) y en frenar los rituales compulsivos asociados.

También existen otras orientaciones de corte psicológico o psicoanalítico que lo que hacen es profundizar en las raíces, en los problemas que suscitaron en el pasado este tipo de malestares en el presente”, explica Arriaga.